Ella recordaba que Alejandro le había dicho que su empresa se dedicaba principalmente a la publicidad.
Ante la insistencia de Sofía, él no supo qué responder. Se limitó a guardar silencio, con una expresión seria.
—Vine a una junta. Si no me quieres creer, es cosa tuya.
La respuesta la dejó confundida. Él no era así antes. ¿Por qué se portaba seco ahora?
Lo que ella no sabía era que él se había quedado sin palabras. Tener que mentirle en su propia empresa lo hacía sentir culpable, sobre todo bajo su mirada inquisitiva. Temía que, si hablaba de más, terminara por delatarse.
Ella mostró un poco de su enfado, pero trató de no demostrar que esa respuesta le había molestado mucho.
—Pues que yo sepa, no tienes muchos tratos con Altamira Desarrollos. Que aparezcas justo aquí…
Dejó la frase inconclusa, clavándole la mirada.
Alejandro solo asintió.
—Son solo negocios, por eso estoy aquí.
Frente a esa actitud, Sofía no supo qué decir. Apenas unos días atrás, él se había comportado de una manera