Sofía escuchó esas palabras y sintió que la sangre le hervía.
Le dio una cachetada a Daniel y, con voz dura, le dijo:
—¿Qué chingados te pasa? ¡Todavía estamos en Inmobiliaria Panorama y te atreves a armar un escándalo aquí! Si sé hablar o no, no es tu problema. ¡Métete en tus asuntos!
La cachetada lo dejó más que confundido.
Tan desprevenido lo tomó que le arrebató el celular de las manos.
Él se cubrió la mejilla, sin saber dónde clavar la mirada.
Daniel montó en cólera.
—¡Eres una maldita! ¿Cómo te atreves a pegarme?
Sofía levantó el mentón, desafiante.
—¿Y qué si te pegué? Te lo buscaste.
Le resultaba insoportable la actitud altanera de ella. Apretó los dientes y siseó:
—¿Crees que te vas a librar de mí tan fácil? ¡Pues no! Llevamos tres años juntos. ¿Crees que no tengo nada tuyo? ¿No te da miedo que lo publique?
Al escuchar la amenaza de ese tipo, Sofía arrugó la frente y lo miró. Le pareció repulsivo; no quedaba ni rastro del hombre refinado y atractivo que alguna vez fue.
En su c