—Qué fastidio—dijo, mirado sus manos, la pintura de sus uñas comenzaba a verse desgastada y no le daba tiempo a pintarlas, el chofer ya iba de camino al aeropuerto para buscar a su “familia”, no se podía creer que Davide los invitó, era casi como una tortura para ella, y todo un fin de semana. ¿Cómo aguantaría?
Apenas era viernes, sería un completo infierno tenerlas allí.
Llegaban a las ocho y media de la noche, a las nueve llegaba Nico y a las nueve y cuarto era la cena.
Mucha gente en casa, como nunca. Ellos nunca tenían visitas.
Le gustaba cuando solo eran ella y Dav, Davide no se mezclaba, pero ahora que se estaba llevando bien con Davide, pues no estaba mal, pero ¿recibir a las personas que la humillaron y la rechazaron durante toda su vida?
No era justo.
Aburrida, con Dav ya dormido y cansada de estar sentada esperando, fue a la cocina.
—Señora, ¿Sucede algo? —Ana la notó muy inquieta, cosa que nunca pasaba con Chiara.
Por su mente pasaban miles de cosas y ninguna de ellas era b