21. Sufrimiento
Kamila
Mis lágrimas caían sin control, y mi corazón golpeaba con fuerza como si intentara escapar de mi pecho. Aun de pie, ese hombre seguía intentando convencerme de que me fuera con él, pero no pensaba permitirlo.
Cuando vi que el coche en la que se fue Víktor comenzaba a alejarse, decidí avanzar yo también, tratando de reunir fuerzas. Sin embargo, las manos de Lorenzo me detuvieron. Me aparté de él con brusquedad y crucé la calle hacia la avenida del parque central. No sabía qué hacer, ni a dónde ir. En mi bolso llevaba algo de dinero, no era mucho, pero tal vez me alcanzaría para viajar al pueblo de mi madre. Aunque... ¿qué me esperaba allí? Nada. Nadie.
—¿Qué haré ahora? ¿A dónde voy? —murmuré para mí misma, casi sin voz.
—Vas conmigo —escuché a mis espaldas.
Al girar, me encontré con la mirada oscura de Lorenzo.
—¿Qué quieres ahora? ¡Déjame en paz! —le grité con rabia.
—¿Acaso olvidaste que firmaste un contrato? —dijo con una sonrisa torcida.
—Ese contrato no significa nada para