20. El segundo juego será mia
Víktor
Jamás imaginé que el corazón pudiera doler tanto… No por un golpe, no por la cárcel, sino por la traición de quien pensé me amaba.
¡Maldita Kamila!
Creí que estaba atada a mí, que me amaba con la misma intensidad con la que yo la amaba, pero me equivoqué. Firmó los papeles sin temblar, sin mirar atrás, dejándome claro que lo nuestro había muerto. Ahora soy yo quien debe firmar el divorcio. La sentencia de un amor que terminó por asesinarme en vida.
Golpeé la pared de esta celda con furia. El dolor físico es nada comparado con el ardor en el pecho. Me arde la traición más que el golpe, más que esta condena. Me arde pensar que tal vez todo fue una farsa, una mentira bien elaborada.
Cierro los ojos, respiro hondo, pero la rabia me consume. No pensé que esto me afectaría tanto, aquí estoy, con la cabeza gacha, sintiendo que el mundo se me viene abajo.
—Está bien, Kamila —murmuré con los dientes apretados—. Ya no serás mi esposa. Ya no serás mi secreto más preciado. Serás la amante d