Punto de Vista de Mia
El suave resplandor de la pantalla de mi laptop iluminaba el estudio mientras me sumergía en los detalles del proyecto del centro infantil que Nate había enviado. Dos hectáreas de posibilidades se extendían en mi pantalla. La naturaleza ya nos había regalado robles maduros que se alzaban como guardianes ancestrales alrededor del perímetro, sus amplias copas ofreciendo el fundamento perfecto para lo que estos niños más necesitarían: una sensación de refugio sin confinamiento, protección sin aislamiento.
La orientación sur del terreno era perfecta, lo que significaba que podíamos capturar luz natural durante todo el día, dejando que el sol se convirtiera en un elemento sanador en sí mismo. La topografía existente prácticamente pedía a gritos jardines terapéuticos en terrazas, creando espacios íntimos que se sentirían tanto privados como conectados al paisaje más amplio. Mi lápiz se movía sobre el bloc de dibujo mientras exploraba posibilidades para el patio central