De repente, una mano pasó por su cintura y sintió el aliento del pelirrojo rozando en su cara.
Él le subió la barbilla con un dedo y bajó su cabeza poco a poco para besarla.
Helen podía escuchar incluso su nervioso corazón, latir como un tambor, golpeando su pecho, de lo nervioso que estaba.
Miró a sus ojos intensos y enamorados, sin embargo, ella no sentía absolutamente nada.
Tenerlo tan cerca solo la estaba sofocando y Helen comprendió que no podía seguirse engañando y menos seguir dándole falsas esperanzas a Phil, él era un buen chico y no se merecía eso.
Giró un poco la cabeza y el suave beso cayó en su mejilla.
— Lo lamento Phil, de verdad eres un hombre increíble, soy yo la que no merezco tus sentimientos – murmuró con la vista en el suelo, avergonzada.
— Siempre he sospechado que tienes a otro hombre en el corazón, ¿es así? – de repente le preguntó y Helen lo miró fijamente.
— Lamentablemente, sí – suspiró sin mentirle.
— Somos dos desafortunados entonces con amores no correspo