AMBER PIERCE

Dejé a Byron en la ruleta mientras buscaba algo que tomar. La noche pintaba para regresar a casa con bastante dinero. En los juegos de cartas había demostrado ser muy hábil, ganando casi todas las manos y cuando perdía, era cuando apostaba muy poco, como si supiera que, por un breve momento, había perdido su suerte. 

De pronto el ruido se volvió intenso y distorsionado, me sentía mareada, los colores eran borrosos, igual que las caras de todos los que me rodeaban. Giré sobre mis talones mientras la presión en mi pecho me estaba ahogando. 

—¡Papi! ¡¿Cómo se juega eso?! —escuché la voz de una niña, me era conocida, pero no encontré ninguna por más que la buscaba. Mi piel se erizó y un temblor sacudió mis hombros cuando comencé a sospechar que venía de mi propia cabeza.&n