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La Escolta del CEO

La Escolta del CEOES

Romántica
Svania Blass  En proceso
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44Capítulos
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Resumen
Índice

Sinopsis

bxgValienteJefe / CEOAbogadoRomancecrecimiento del personaje

Las dificultades agobian a Ivania, más cuando queda a cargo de Antonella. Decidida a trabajar en la empresa de sus sueños, no sabe de las vueltas que le prepara el destino y dónde quedará comprometido su corazón cuando conozca al CEO por quien llegará a arriesgar su vida.

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La Escolta del CEO Novelas Online Descarga gratuita de PDF

Último capítulo

  • Lo hago por Antonella

    Cuando nuestras vidas se encuentran estables y las cosas marchan con normalidad, es muy fácil tomar las decisiones correctas, pero no ocurre lo mismo cuando hay una emergencia; el día que sientes que tu vida se desmorona, te aferras a cualquier luz, incluso cuando sabes que, tras esa apertura, puede haber incluso más oscuridad o que la mano que se extiende para sacarte del agua puede ser la de alguien que en realidad te quiere hacer daño, pero en el momento en que te falta el aire, solo te coges y esperas ser arrastrado fuera. Después de haber hablado sobre registrar a Antonella, y decidido que iba a hacerlo a mi nombre, como si yo fuese su madre biológica, el temor me pudo más y aún cuando fui dos veces a la notaría, cargando a la bebé para hacer el trámite, me acobardé y salí de la oficina. Temía que, cuando estuviera por registrarla, cualquier cosa pasara y no pudiera hacerlo, los funcionarios sospecharan algo y, antes de que pudiera irme, llegara un trabajador de la oficina de fa

  • Decisiones por tomar

    El quiz de inglés fue un verdadero desastre y, fuera porque no había alcanzado a estudiar bien, por el cansancio general o porque estaba estremecida luego del encuentro con Bejarano, Ivania no logró contestar a ninguna de las preguntas del exámen. Cuando salió del instituto, estaba cabizbaja y desmoralizada. Jaime, que pasó para acompañarla de regreso a casa, no pasó por alto la desolación que embargaba a su novia. —¿Un mal día? —preguntó Jaime luego de pasar su brazo por encima de los hombros de Ivania. —Más bien una pésima noche —contestó Ivania—. Tuve un exámen terrible, en el que no conseguí contestar una sola pregunta. Al saber que se trataba de una prueba de inglés, Jaime se ofreció a ayudarle a Ivania. —No es que sea bilingüe, pero al menos el tema de las conjugaciones verbales sí lo sé —dijo Jaime—. Puedo ayudarte con eso. Ivania agradeció el gesto de Jaime y concertaron que dedicarían algún espacio de los fines de semana para estudiar. Cuando llegaron a casa, Ximena ya

  • Una oferta indecorosa

    La noche tardó en llegar lo mismo que yo en estar agotada después de una jornada de trabajo en la panadería. Poco antes de terminar el turno, Jaime me escribió al celular, preguntándome si podía pasar y recoger a Antonella por mí. Con una sonrisa en mi rostro, porque eso me ahorraba como una hora, además de los pasajes del bus, le contesté que estaría encantada de que lo hiciera, al menos por ese día porque más tarde tenía un quiz de inglés y sí me gustaría poder repasar un poco. Jaime se comprometió a cuidar a Antonella como si fuese su hija y así acordamos. Salí del trabajo en dirección al instituto, en donde esperaba sentarme en alguna butaca y repasar las lecciones, porque sentía que se me daba terrible conjugar las frases y los tiempos en inglés. De verdad necesitaba ese repaso y hasta había considerado la opción de inscribirme en algún curso extra de inglés, pero no tenía ni el tiempo ni el dinero para eso. Si iba a sacar esa materia adelante, tendría que hacerlo por mí misma,

  • ¿Podré perdonármelo algún día?

    Cuando salieron del apartamento de la señora Laura, Jaime se ofreció a acompañar a Ivania hasta la cafetería en la que trabajaba. Ivania lo interpretó como una petición a hablar, durante el trayecto, sobre lo que ella acababa de revelarle sobre Antonella. Tenía bastante qué aclarar y aceptó.—¿Mi mamá lo sabe? —Fue lo primero que quiso saber Jaime cuando salieron del edificio y caminaban hacia el paradero de buses.—Sabes que algo así es imposible de ocultárselo a ella —respondió Ivania, que tenía la impresión de que Jaime se lo estaba tomando mejor de lo que había imaginado.—Bueno, sí, eso es cierto. Creo que hice una pregunta estúpida, pero entonces, &i

  • Una verdad sale a la luz

    Mientras se duchaba con Antonella, Ivania escuchó que timbraba su celular, pero estando con la bebé cargada en sus brazos, no tuvo forma de contestar. Tan pronto pudo dejar a Antonella sobre la cama y envolverse en una toalla, Ivania miró quién la había llamado tan temprano en la mañana, aunque ya sospechaba de quién podía ser. Después de haber timbrado dos veces, Mario dejó un mensaje de voz.«Ivi, me temo que hoy no podré pasar por ti. Intenté llamarte para decírtelo, pero no contestaste… en fin, que lo siento mucho, pero se me presentó algo de último momento y no…».Ivania no siguió escuchando el mensaje y colgó. De no haber estado Antonella en ese momento sobre la cama, seguro Ivania habría arrojado el

  • Esta noche solo voy a llenarte de besitos

    Caminamos, tomados de la mano, hasta la casa de Jaime y su mamá. Con su coversación sobre lo que había hecho ese día, Jaime consiguió que me olvidara, al menos durante el trayecto, de lo que acababa de sucederme con Mario y cuando llegamos, no fue distinto. Ximena ya había acostado a Antonella en su cuna y calentó la comida tan pronto nos escuchó llegar.—Pero qué lindos se ven —dijo Ximena cuando nos recibió. Habíamos olvidado soltarnos y me sonrojé, porque era su hijo quien tenía mi mano entre la suya—. Vengan, tortolitos, que deben estar hambrientos.Noté que Jaime también se había apenado y eso me encantó, porque estábamos compartiendo un mismo sentimiento y éramos cómplices del mismo acto que no

  • La nueva jefe de escoltas

    Renunciar al puesto que tenía era lo más estúpido que podía hacer, en eso Antonella tenía razón, pero la sola idea de tener que volver a ver a Mario, después de lo que le había dicho en el hospital, cuando lo obligó a quitar las rosas… ¿Podía ser más incómodo? Sí, y de hecho ya lo había sido, como cuando, quince años antes, después de salir corriendo de su auto, se volvieron a ver, pero eso era otra historia y lo que estaba por pasar ahora, que ya se había recuperado del atentado y la esperaba el puesto de escolta jefe del esquema de seguridad del CEO de la firma, era otra prueba que debía enfrentar.—Y lo haré por Antonella —se dijo a sí misma Ivania, frente al espejo, mientras se colocaba el chaleco antibalas, que tan bien se acoplaba a su c

  • Oculta en un callejón

    Pese a que lo estuvo pensando durante todo el día, Ivania se sintió incapaz de escribirle a Mario y decirle que no era necesario que pasara por ella esa noche, así que, a la salida del turno, el vehículo de Mario estaba esperándola, estacionado frente al negocio. Solo esperaba que a Jaime no se le ocurriera la genial idea de pasarse también por la panadería y la viera subiéndose al mismo auto que la recogía en las mañanas.—Me temo que esto ya no es conveniente —dijo Ivania después de dirigirle un saludo más bien frío a Mario.—Sabes que lo hago sin otra intención, más que ayudarte…—Por favor, Mario —interrumpió Ivania—, los dos sabemos que no es así y no quiero tener que darle explicaciones a mi novio sobre porqué me estoy subiendo a tu auto, también en las tardes.—Pero, y en las mañanas…—¡No! —dijo Ivania, pese a saber que, con su decisión, estaba por complicarse un poco más su rutina diaria— Tampoco es conveniente, porque entonces serás tú quien deba darle explicaciones a ella,

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44 chapters
Prólogo
La Escolta del CEO/Svania Blass
Mario Falinni, presidente del buró jurídico Falinni & Darrida, salía de un almuerzo de negocios en el restaurante D´aggi. Sus clientes, dos ejecutivos chinos cuya empresa buscaba invertir en el sector energético del país, habían salido primero, seguidos por su esquema de seguridad. Era una tarde soleada de viernes, tranquila. El tráfico empezaba a descongestionarse por la salida de familias completas de la ciudad para pasar el fin de semana en sus fincas o centros recreativos. Mario lo pasaría en el yate familiar con su prometida, la también abogada Estefanía Sandoval, una mujer que a sus 28 años ya era jefa del área legal del Ministerio de Energía y, debo reconocerlo, no solo por los contactos y abolengo de su familia. Esa mujer era una genio en leyes y jurisprudencia, además de una astuta y fría fiera de ambición desbordada, capaz de no parpadear mientras tomaba una decisión que dejaba en la calle a trescientos empleados de un compañía que hubie
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Antonella
La Escolta del CEO/Svania Blass
El timbre sonó cuando Ivania terminaba de bañarse. Se envolvió en la toalla y vio, desde la sala, a través de la ventana. Vio el rostro de Lucha, también asomado e intentando adivinar si había alguien dentro de casa. De todas las mujeres del vecindario, Lucha era a la que menos deseaba abrirle en la mañana, envuelta en una toalla, pues su creatividad para el chisme era famosa y mínimo se inventaría que la había visto con resaca, un lunes a las diez de la mañana, y con un hombre también semidesnudo. Ivania ya estaba por dar media vuelta cuando escuchó que Lucha gritaba su nombre. Era demasiado tarde, la había alcanzado a ver. —¡Ya voy! —gritó Ivania mientras buscaba cualquier prenda de ropa que le sirviera para cubrirse. Abrió la puerta vestida con los pantalones de la sudadera de un hombre y la camisola de una mujer dos tallas más grande que ella. Se sorprendió al ver a Lucha con un bebé en los brazos. —Amiga, necesito que me hagas un inmenso favor —dijo Lucha desp
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El peor día de mi vida
La Escolta del CEO/Svania Blass
Cuando Ivania entró al baño de la tienda para cambiar el pañal de Antonella, un cubículo estrecho en el que debió apoyar a la bebé en la tapa de la cisterna,descubrió que no llevaba un pañal y por eso había ensuciado el body. La limpió con el agua fría del lavamanos, haciéndola llorar y después de haberle puesto el pañal, salió del negocio y comenzó a recorrer todas las tiendas de abarrotes del barrio. En ninguna le daban razón de Lucha y, a medida que se alejaba, debió recurrir a la descripción física. Siendo ya las diez de la mañana, Antonella empezó a llorar. —La niña debe tener hambre —dijo la mujer que atendía la tienda en la que Ivania había obtenido la misma respuesta que en todas las anteriores—. Si quiere, puede descubrirse el pecho aquí atrás y darle de comer.  Ivania se sonrojó y aseguró que alimentaría a la bebé cuando regresara a su casa. As
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El mejor día de mi vida
La Escolta del CEO/Svania Blass
La mujer que conocí ese día se presentó como Laura. Resultó ser mi hada madrina. No solo se ofreció a ayudarme a cuidar a Antonella mientras trabajaba, sino que también se preocupaba por mí y me ayudó cuando Doña Hortensia decidió sacarme de su casa. Mientras buscaba una nueva habitación en donde vivir, me dejó quedarme en un cuarto de su apartamento. También me hizo caer en cuenta de que necesitaría mejorar mis ingresos con algún trabajo extra si quería encargarme de Antonella y ahorrar para estudiar, como tenía planeado hacer ese semestre. Había visto, de camino a la panadería, un aviso pegado en un poste de luz en el que requerían recreacionistas para trabajar los fines de semana. La oficina de la empresa no estaba muy lejos de mi sitio de trabajo y despu&eacu
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No hay mal que por bien no venga
La Escolta del CEO/Svania Blass
A la hora de su almuerzo, Ivania recorrió el barrio de la panadería buscando una habitación para alquilar, mientras repasaba la noche en que Doña Hortensia la sacó. Regresaba de donde la señora Laura, después de haber recogido a Antonella y cuando llegó a la casa, Doña Hortensia la estaba esperando.  —¿Todavía tiene a esa bebé que no es suya?—Doña Hortensia, no quiero tener que pelear con usted. Ya estoy buscando otro lugar, pero mientras tanto, tiene que recibirme —contestó Ivania, preparada para confrontar a la casera. —No, niña, ahora mismo tiene que irse. Ayer se venció la quincena y, por tanto, hoy ya no pued
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Ximena
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La habitación era hermosa. Como me dijo Jaime, tenía vista a la calle y al jardín de la casa a través de una gran ventana doble que casi llegaba al techo. Aunque la casa debía tener al menos cincuenta años, el piso era de madera y crujía, igual que el techo y las vigas que lo atravesaban, tenía un encanto como de cuento de hadas, cual si fuese el hogar de una maga bondadosa que cultiva su propia huerta, decora su hogar con atrapasueños y tapices de tierras mágicas y lejanas, aromatiza los espacios con incienso y, lo mejor de todo, hace magia cuando cocina.  La primera impresión que tuve de la mamá de Jaime fue la de una mujer irresponsable, que no cuidaba su apariencia y debía tener un paquete de marihuana en su mesa de noche, pero bien pronto me di cuenta de que no podía estar más eq
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Te esperaré lo que haga falta
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Ivania se acomodó a su nueva rutina con facilidad. En las mañanas dejaba a Antonella con la señora Laura, iba a su trabajo en la panadería y regresaba en la noche por la bebé para devolverse a la casa de Ximena, que la esperaba con una cena deliciosa. Los fines de semana trabajaba con Jaime, que por lo general iba acompañado con Carolina y cuando Ivania completó las treinta horas de entrenamiento, empezó a alternarse con Jaime, con Carolina o algún otro chico. —Hice cuentas —dijo Ivania a la señora Laura, mientras recogía a Antonella—, y puedo aplicar a un crédito para estudiar, como tenía planeado. La señora Laura miró a Ivania con un brillo en sus ojos. —¿Por qu&
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¿Destino?
La Escolta del CEO/Svania Blass
Ximena me había pasado una copia de las llaves e intenté entrar sin hacer ruido, pero Antonella se despertó en el momento en que estaba por colgar el blazer que Mario dejó sobre mis hombros. La levanté y sus labios se dirigieron a mi pecho. Me recosté con ella, mi espalda apoyada contra el cabezal de la cama, y sin haberme podido quitar el blazer, desabroché mi blusa para que Antonella pudiera comer. Estaba muy cansada y el sueño empezó a vencerme, por lo que no escuché cuando Jaime se acercó, por el pasillo, y abrió la puerta de mi habitación. Solo supe que estaba asomado cuando el rechinar del piso me despertó. Lo miré con una sonrisa. No me acordaba que tenía la blusa abierta y mis senos estaban expuestos. Sus ojos no solo tenían el doble de su tamaño normal, sino que estaban clavados en mi pecho y los labios reducidos a una
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El señor Bejarano
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El rector de la academia de carreras técnicas, Inocencio Bejarano, recibió a Ivania en su oficina. Era un hombre de mediana edad, alto y grueso, de espeso cabello negro entrecano. —¿Me dice que quiere estudiar la carrera de secretariado bilingüe, señorita?—Así es, señor Bejarano. El rector tenía entre sus manos un registro de las calificaciones que Ivania había obtenido en el bachillerato y paseaba su mirada entre los resultados y los ojos de la joven. —Bueno, estas notas están muy bien, si fuera por ellas, no vería ningún problema para la concesión de una beca completa. Ivania no dijo nada, pero
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No es valiente quien no haya sentido miedo
La Escolta del CEO/Svania Blass
Entré a mi habitación sintiéndome terrible. Había ido a la cocina con la idea de no contarle nada de lo sucedido a Ximena, pero me resultó imposible. ¿Cómo iba a imaginarme que ella sabía que las becas sí las conceden desde el primer semestre? Soy muy mala para mentir y, cuando me empiezo a ver descubierta, quedo hecha un manojo de nervios. Aunque, luego de verlo con más claridad, después de haber comido la deliciosa cena que preparó Ximena y con Antonella dormida en mis brazos, me di cuenta de que lo que pasó fue lo mejor y que, tarde o temprano -quizá más temprano que tarde- Ximena iba a descubrir que algo me estaba ocurriendo. Cuando acosté a Antonella en su cuna me decidí a contárselo y sabía que Ximena era una mujer muy inteligente y sabia, que sabría qué hacer y podría orientarme en esta situac
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