Capítulo 93
Augusto se sentó a la mesa de la sala con el sobre en las manos. La casa estaba en silencio, excepto por los pasos apresurados de Júnior al teléfono con el médico y el sonido distante de los primeros animales despertando en la hacienda.
Sus manos temblorosas abrieron el sobre con cuidado. El papel estaba doblado en cuatro partes y llevaba el olor antiguo de un perfume dulce, inconfundiblemente femenino.
Desdobló la hoja con lentitud, como si cada movimiento pesara una tonelada.
"Querido Augusto," comenzaba la letra delicada y redondeada de Estela.
"Si estás leyendo esto, es porque la verdad finalmente salió a la luz, y tal vez, de alguna forma, aún pueda encontrar perdón, aunque no lo merezca."
Augusto respiró hondo y continuó.
"Estaba embarazada. Pero el hijo no era tuyo. Fue un error, un desliz del que me arrepentí todos los días... Planeaba esconder esto para siempre. Pero el castigo vino rápido: perdí al bebé sola, en una madrugada silenciosa en esa casa de playa. Pero