Capítulo 92
El coche del detective volaba por la carretera desierta, los faros desgarrando la oscuridad de la madrugada mientras la sangre escurría por su brazo, manchando la camisa. Apretaba el volante con una mano, con la otra sostenía la carta contra el pecho, como si su vida dependiera de ello. Y, en el fondo, así era.
El dolor era lancinante, pero la adrenalina lo mantenía despierto. Necesitaba avisar a alguien. Necesitaba entregar esa carta.
Con esfuerzo, cogió el celular, lo desbloqueó con la huella temblorosa y buscó el contacto de Rafael Avelar. El teléfono sonó varias veces antes de que contestaran.
— ¿Aló? — la voz de Rafael sonó ronca, aún soñolienta.
— Soy el detective... Tengo una prueba. Una carta. Necesito entregarla en manos de su padre. Es urgente, Rafael. ¡Escúcheme! — dijo él, jadeante.
— ¿Cómo así? ¿Qué prueba? ¿Qué pasó?
— Estela... intentó matarme. Me rozó de un balazo. Pero conseguí una carta... escrita por ella. Confiesa algo que su padre necesita saber. No pu