—¡No! —gritó Pía apretando sus puños—. No te daré el divorcio.
—¿Qué? —Adam volteó hacia Arturo esperando que lo pudiera arreglar.
—Se puede conseguir sin ella, solo ganará un par de días como mucho —respondió el abogado levantando los hombros.
—No puedo creer que estés haciendo esto… No puedo creer que te pongas en mi contra —dijo Isabella viéndolo de forma retadora al abogado.
—Isabella… Soy el abogado de la empresa y ahora Adam es el nuevo CEO, puede recurrir a mis servicios cuando él desee —agregó Arturo con miedo.
—Bien, hagan lo que tengan que hacer porque yo haré lo mismo —sentenció Isabella con altanería.
—Que así sea —añadió Adam gustoso. Quería ganarle a su madr