«…Ya pude por fin contarte lo que ocurrió hace tantos años y me siento liberado. Te juro que no tuve nada que ver, simplemente soy culpable por confiar en la persona incorrecta, no me juzgues por eso y apiádate de mí.

Me iré a Francia para poder desintoxicarme. He dejado los papeles para el divorcio, esperando que a mi regreso Pía los haya firmado. Sé que no será así, lo pondrá difícil, pero no pienso ceder. Por favor, no creas que mi partida es para alejarme de ti. Me hubiera encantado pedirte que vinieras conmigo, pero sé que el dolor y el rencor no te dejan ver y lo más seguro es que me hubieras rechazado. 

Espero que pienses en todo lo que he escrito para ganarme tu piedad, pues nada de lo que puse es mentira y tampoco miento al decirte que ans&iacut