Capítulo XXXVIII. Hazlo

Para un ángel la cosa más sagrada después de las reglas de oros son sus siete plumas doradas, es lo más fácil de perder cuando rompes el reglamento y no importa el rango del ser celestial para ser castigado por cometer pecado.

         Su pecado es uno de los más grandes en el reino celestial y por el cual muchos ángeles terminan desterrados, Suriel rompió una de las reglas de oros al dejarse llevar por la lujuria. Esa noche después de marcharse su piel blanca se cubrió de moretones y de su ala salió una pluma de oro.

         La tristeza lo invadió y juro proteger sus seis alas doradas restantes mientras la caída se desvanecía en sus manos, no puede permitirse ser echado del único lugar que conoce como casa y aunque su corazón salga lastimado por dejarse guiar por lo que supuestamente es lo ideal para él no volverá a caer en la tentación del demonio conocido como Nicholaus.

 

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