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La luna bailaba en el silencio de una noche que prometía algo más que simples susurros entre los árboles.
Al rey le pesaba una verdad, una que no quería confiarle a su querida esposa por el simple hecho de ponerla en peligro.
"Ni siquiera fue amable con ella", admitió para sí mismo el frío vampiro, cuya sangre volvía a hervir cuando recordaba a aquel sujeto que había amenazado al amor de su vida, a la madre de su heredero.
El castillo parecía distante y la neblina le daba ese toque de todo lugar maldito. Y es que no sería una noche fácil, porque los planes del rey de ocultar el cuerpo de Alaric no saldrían a la perfección.
Los guardias del rey caminaban codo a codo. El destino sería la cripta en donde se mantendría el cuerpo hasta que la reina pudiera recibir la noticia.
Para Kyllian no era una prioridad decirle a Gema que ese sujeto tan detestable había partido de este mundo. Después de todo, era un alma absolutamente consumida por el rencor y la codicia. “Un enemigo menos para mi