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Cap.3 "Cena Familiar"

EDDY

Iba subiendo las escaleras cuando mi hermana y su novio Elvis me vieron. Como en la familia nada de lo que me pasara era un secreto, apenas Gloria, mi hermana, me vio, soltó la mano de Elvis, se acercó a mí y me dio un abrazo. 

—Esto tiene la firma de Lucas Maxwell. ¿Me equivoco? —asentí —No, no me equivoco. 

Elvis se acercó, me dio un apretón en el hombro y una sonrisa cálida, terminó de bajar las escaleras y yo caminé del brazo de mi hermana hasta mi cuarto. 

—¿Qué hizo esta vez?. —quiso saber una vez entramos a mi habitación, la cual por cierto estaba decorada toda de rosa. Tenía una cama sencilla, un escritorio donde hacía mis tareas, sobre ella una lámpara de noche en forma de hongo y todos mis libros de contaduría y administración. Tenía mi propio cuarto de baño, la ventana era gigantesca y se miraba todo el patio verde y lleno de flores, y tenía también un closet gigante, que al abrir tenía todas las fotos familiares que nos habíamos tomado en compañía de los Maxwell, donde siempre salía al lado de Lucas. 

Solté una pequeña lágrima al recordarlo. 

—Nada —mentí, pero Gloria no era tonta y sabía que me pasaba algo —Solo que, de nuevo resbalé y quebré mis lentes. Papá estará molesto. 

Gloria entrecerró los ojos, chasqueó la lengua y me dio un nuevo abrazo. 

—Iré a ese internado tuyo y les daré una lección a todos esos mocosos. 

—No, déjalo así. Fue un accidente. 

—¿De nuevo? Cada tres días le pides a mamá que te envíe anteojos nuevos, los cambias cada fin qué vienes a casa y… ¿es un accidente?. Debes estar loca. 

—No, es solo que no vale la pena. 

Gloria rodó los ojos, asintió rendida y miró la hora en su reloj. 

—Esto no se ha terminado. Tenemos mucho de qué hablar y tengo también algo que contarte, y prepárate porque papá y el señor Maxwell al parecer tienen algo que contarnos, lo que quiere decir que Lucas vendrá. 

Tragué saliva, caí acostada en el suave colchón de mi cama y cubrí mi rostro con la almohada. No quería ver a Lucas ahora. 

No lo había visto desde que Mabel me había ayudado a escapar por la ventana para no tener que verlo ayer, me había ocultado en mi cuarto el resto de la tarde y había perdido mis

últimas dos clases, y ahora tendría que pasar el fin de semana con él. 

¡Cielos!. 

•°• ✾ •°•

Silencio. 

Era extraño y rayaba en lo incómodo. Había silencio en la mesa, pero solo a la mitad, justo al lado donde estábamos sentados Lucas y yo, compartiendo la misma incomodidad que siempre compartimos durante estas cenas por años, pero ahora había algo diferente; podía sentir su mirada fija sobre mí. Intensa, fría y curiosa. Quizá estaba exagerando, pensé, así que levanté la mirada y me di cuenta de que no. Él en verdad tenía sus ojos atentos en cada movimiento de mi mano con el cubierto en mi plato, en cada vez que soplaba de lado para espantar mi cabello y en cada gesto que hacía. Mis mejillas se ruborizaron así que decidí hacer como si nada pasaba. Así, sin más, prosiguió aquel silencio, y durante la cena fue lo único que obtuve de parte de todo el mundo. 

¿Cómo era posible? No lo entiendo. ¿Cómo era posible que en una pequeña mesa hubiera tanta diferencia? ¿Tanto ruido por un lado y tanta indiferencia y silencio por el otro?. 

Era como si estuviéramos en una dimensión paralela a ellos, o en un mundo mucho más vacío. 

Me sentía excluida por mis padres, Gloria e incluso Elvis. Era poco común ser apartada, pues era una cosa que siempre solía pasar en la universidad, pero nunca en mi propia casa. 

Al menos ahora necesitaba entablar una conversación con alguien y así poder huir de la presencia de Lucas. 

¡Genial! 

Papá todo el tiempo buscaba algún tema, por más trivial que fuera, para sacarme conversación o para que no me sintiera apartada mientras Gloria hablaba de sus exitosos negocios en la revista con mamá. Incluso, he de señalar, que cuando los Maxwell venían de visita, eran ellos quienes me abarrotaban a preguntas sobre el internado, sobre mi prospecto de vida o sobre mis relaciones interpersonales, lo cual era sencillo de responder porque no tenía ninguna. Mientras otros estaban en una relación, y otros más contaban con un inseparable mejor amigo, a mí me acompañaba un libro, mi reproductor de música y mis auriculares a donde quiera que fuera. Disfrutaba de la vida en soledad, donde nadie me lastimara...donde había decidido quedarme por el resto de mi vida, así pareciera un ermitaño en una cueva. 

Pasaron más de quince minutos desde que la cena había dado inicio. Ravioli, ensalada Oliver y una porción pequeña de arroz decoraban mi platillo, pero yo no tenía apetito. La comida de Beatriz era la mejor, y seguro estaba deliciosa, pero se me había quitado el apetito apenas bajé del cuarto al comedor y lo vi, a Lucas Maxwell, tan serio, tan imponente y dolorosamente atractivo. Mi corazón latió fuerte, pero mi mente me detuvo de nuevo al recordar sus palabras en la enfermería. 

«Ella me da lo mismo que nada». 

Era demasiada la humillación, suficiente como para seguir guardando mi distancia. 

—Los negocios en Filipinas van viento en popa. Los nuevos diseños de automóvil están superando las ventas del año pasado. 

Hablaba papá con el tío Maxwell, sobre un importante negocio de la firma, elevando su copa para chocarla con la suya en un ruidoso y victorioso brindis. 

El "Tio" Maxwell, que era como me había acostumbrado a llamarle aunque no hubiera parentesco alguno, sonrió. Él era muy atractivo y la tía también lo era. Entendía de donde Lucas había salido así. Así de... 

—Vi el reporte y los distribuidores están contentos, las ganancias que han generado aumentan con cada mes, incluso Lucas ha sido quien ha negociado con los socios la idea de un nuevo lanzamiento y están encantados con la idea. Hay que enviar los nuevos diseños muy pronto al taller y seguir con la buena racha. 

—Me parece bien. Eddy… —llamó de repente mi padre, justo cuando estaba llevando un trozo de ravioli a mi boca, el cual por cierto cayó de nuevo al plato, elevando pequeñas gotas de crema que, para mi mala suerte, cayeron en el rostro de Lucas.

—¿Sí, papá? —ignoré su cara de toro furioso. Lo único que podía hacer era fingir demencia —. ¿Pasó algo?. 

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