Capítulo cuarenta y nueve
—¿Len? —susurro sintiendo como mi corazón empieza a doler poco a poco.
Él retrocede dos pasos chocando conmigo y gira su cabeza hacia un lado de su hombro, sus ojos rojos cambian drásticamente a negros y sus labios se curvan ligeramente hacia arriba.
Te quiero.
Su voz se escucha como un eco en mi cabeza y lentamente veo como cae al suelo con una daga de plata clavada en su pecho.
Mi corazón deja de latir al instante que su cuerpo da un largo suspiro y poco a poco empieza a cerrar los ojos.
No.
No... No...
No, no, no...
Esto no puede estar pasando.
Me tiro a su lado y lo atraigo a mi cuerpo con cuidado, veo la daga y vuelvo a sus ojos negros que lucen apagados. Mis labios emp