Capítulo 22
Me quedé en la cama junto a mamá, aunque su cuerpo rechazaba el mío.
Cada vez que me acercaba, ella se alejaba un poco más, como si mi presencia la manchara.
Aun así, le supliqué, le pedí que me dejara hablar, que me escuchara, aunque fuera solo una vez. Quería explicarle lo de mi trabajo, lo de Xavier, lo que había tenido que hacer para sobrevivir.
—¡Tu hermana se debate entre la vida y la muerte! —gritó con el rostro enrojecido—. Esto es culpa tuya. Nunca debiste fijarte en el lobo de tu hermana.
Sus palabras me desarmaron, me sentí como una intrusa en mi propia historia, como si fuera yo la del error.
Salí de la casa y corrí hasta el bosque, necesitaba respirar lejos de aquellas paredes de mármol, Grité y lloré intentando sacar este sentimiento de mi pecho, me dejé caer sobre la tierra húmeda. Necesitaba liberar todo ese dolor que llevaba clavado en el pecho como una espina enterrada, quería desaparecer.
Xavier apareció. Siempre lo hacía como una sombra que me vigilaba