CAPÍTULO 1
Narraba Mia...
La música sonaba detrás de mí. Las luces se movían cambiando de colores.
Yo me dejaba mirar por desconocidos en la computadora, Me convertía en lo que ellos querían, Una Omega Sumisa y Deseable escondida detrás de un antifaz que no tapaba nada.
—¿Les gusta que me toque así? —susurré, fingiendo un gemido que no sentía pero ellos pensaban que me estaba viniendo.
Mis manos recorrieron mi piel con fuerza. No por placer, por obligación.
A los Alfas les encantaba eso.
Una Omega obediente, vulnerable, ardiendo sola frente a una cámara.
Y ellos… al otro lado de la pantalla, creyéndose dueños de mí cuerpo mientras sus manos se deslizan en su virilidad.
Hacía unas semanas que había empezado en esto de serModelo webcam.
Una Omega haciendo lo que podía en un mundo que la aplastaba, noo era elección, era supervivencia.
Mi madre necesitaba medicinas.
Liliana, mi hermana menor estudiaba en una universidad que no podíamos pagar, Y yo… estaba cansada, Sosteniéndolo todo con las uñas.
El bar donde trabajaba de mesera me había quitado horas y desequilibro mis finanzas, Las cuentas se acumulaban.
No dormía. No comía. No lloraba, porque llorar no servía, necesitaba dinero y lo necesitaba ya.
Una amiga me lo había sugerido. Le dije que no. Que jamás, pero la desesperación me hizo que tragara mi orgullo.
¿Y qué tenía que hacer?
Tocarme frente a una cámara, ser la fantasía de los lobos poderosos que pagaban por un show.
Actuar como si el deseo me gobernará mientras una jauría de lobos Alfas y Betas se deleitaban con cada gemido falso.
Una sola Omega en medio de ellos.
Una virgen.
Sí, era virgen.
Y las primeras veces que me conecte en linea fueron un infierno.
Temblaba frente a la cámara, con el corazón reventándome el pecho, sintiendo cada mirada como una amenaza, con vergüenza de ser descubierta.
Ellos me veían como lo que siempre he sido para ellos: una presa.
Y yo… fingía, era mi trabajó, Excepto con él.
AlfaX.
Desde la primera vez, supo que yo mentía, Me dejaba una pequeña fortuna. Pero no era por mi cuerpo.
Era por lo que veía detrás, mi verdad.
“No gimas si no lo sientes. Mientes bien, pero tus ojos no.”
Eso fue lo primero que me dijo.
Y desde entonces, solo quería verme en el chat privado.
Me daba pequeñas órdenes. No groseras, no vulgares, Órdenes suaves.
El le gustaba verme disfrutar, parecía más mi maestro que mi cliente, me hizo descubrirme omo si me conociera más que yo misma.
Le gustaba saber que era virgen.
Le gustaba enseñarme, creo que le excitaba ser mi guía.
—Eres mía... Lo vas a ser, preciosa...
Y cuando yo estaba a punto, cuando el orgasmo me temblaba en la espalda…
su voz me alcanzaba.
Con el no fingía, en verdad me venía con un orgasmo que me electrificaba, era como si él estuviera allí, como si sus manos sí me tocaran, como si, por un segundo, yo fuera real para alguien.
Mis primeros orgasmos, mis únicos orgasmos, fueron con él.
—¿Cuándo me dejarás verte en persona?
Y esa frase lo arruinaba todo.
Porque no podía.
El sitio era claro. Dar un número, una dirección, lo que fuera… y me expulsaban.
Y no podía arriesgarlo. Era la número uno del estudio tan solo en un par de semanas, ese dinero era mi vida.
Después de una sesión intensa con AlfaX, volvía a casa como si me arrancaran de un sueño.
Preparaba el desayuno.
Le daba los medicamentos a mamá.
Recogía el caos que mi hermana había dejado.
Mi cuerpo pesaba, mi espalda dolía.
—Necesito dinero. Hoy voy a salir con unos amigos de la universidad y no quiero pasar vergüenza.
La voz de Liliana tras de mi me alteró, Exigiendo como si yo fuera su empleada, era consentida y caprichosa.
Desde que papá murio juré cuidarla Y lo hice, pagando su universidad costosa, esa donde solo estudiaban los hijos de los Alfa y los Beta.
—Deberías buscar un trabajo de medio tiempo —le dije, sin paciencia—. Hacer algo productivo.
—Yo voy a ser alguien —me respondió, tan segura que dolía—. No voy a tener que atender mesas para vivir. Yo sí voy a ser una reina. Quizás… la reina de esta manada, hoy saldré con los amigos del Líder Xavier.
Reí, me serví un vaso de agua y reí con cansancio de sus tonterías.
—¿Una Omega reina? Eso nunca va a pasar. Para los Alfa somos basura. Puedes fingir lo que quieras, pero está en nuestra sangre.
—¡No le digas eso a tu hermana! —gritó mamá, saliendo del cuarto tambaleando, arrastrando los pies.
—Ustedes tienen sangre de Alfa. Mi padre lo era...
Suspiré mientras la ayudaba a sentarse.
No discutí. ¿Para qué?
Mi abuelo, como muchos Alfas, había usado a mi abuela que era Omega Y cuando no le dio un hijo varón, la desechó, Así funcionaban ellos. Así funcionaba el mundo.
Le di un poco de dinero para que me dejara en paz.
Esa tarde terminé las labores de la casa, Cuando por fin me acosté, lo soñé.
AlfaX, Sus manos, Su voz, Su cuerpo.
Me excitaba verlo tocarse frente a la cámara mirándome, Le gustaba mi placer. A mí me gustaba el suyo.
Desperté jadeando, encima de la almohada, moviéndome frenética.
Me estaba perdiendo por él.
Me duché con agua fría bajando el calor de mi cuerpo para regresar a mi realidad.
Mamá seguía creyendo que trabajaba como mucama en un hotel.
Le mentía cada día. Y lo peor era que ella me creía.
Al llegar al trabajo, me fui directo a mi habitación asignada. Cerré la puerta,
Saqué la lencería negra de la maleta.
Cuando terminé de alistarme, el jefe del estudio entró sin tocar.
Su mirada me recorrió como si tuviera derecho, Lenta y Asquerosa.
Pero cuando notó mi incomodidad, se detuvo.
—Uno de tus usuarios, AlfaX, ofrece una suma muy importante de dinero si decides verte con él —dijo sin rodeos.
Me quedé quieta. El corazón se me frenó. No quería perder mi trabajo por su capricho.
—Ya le dije que está prohibido —respondí, sin levantar la voz—. En la próxima conexión le dejaré claro que no puede seguir pidiendo eso. No quiero que me cierren la cuenta.
Él se acercó. Me tomó del brazo. No fuerte, pero lo suficiente para incomodarme.
—Te doy permiso —dijo—. Puedes verlo. Es beneficioso para los dos.
Me solté de inmediato. Crucé los brazos.
—No creo que deba… —murmuré—. Solo lo conozco por la cámara y…
—Muchas de estas chicas darían lo que fuera por esa oportunidad.
Con ese dinero podrías saldar tus deudas. Incluso podrías dejar este trabajo por un buen tiempo.
Su voz intentaba convencerme, Yo escuchaba otra cosa: “No lo pierdas, o alguien más lo tomará.”
Pense en pagar mis deudas y dejar este trabajo, encontrar algo más digno, además yo también quería verlo.
No era solo el dinero, Era él, AlfaX.
Suspiré. El corazón no paraba de gritarme cosas distintas, Pero tenía que tomar una decisión ahora.
—¿Qué tendría que hacer? —pregunté, nerviosa.
—Nada que no quieras —dijo, casi sonriendo—. Fui muy claro con él.
¿Y si sí quería? ¿Y si mi cuerpo ya lo había elegido sin avisarme?
—Sí… me citaré con él —dije al fin.
Él asintió, satisfecho.
—Perfecto. Porque está aquí abajo. Esperándote.