Un paso más cerca de ti (4ta. Parte)
El mismo día
Palermo, Sicilia
Oriana
Los hombres son cazadores por naturaleza. No importa cuánto se disfracen de caballeros, cuánto endulcen sus palabras o suavicen sus gestos, en el fondo siempre están al acecho. Es su forma de dominar, de reafirmar su poder sobre el sexo débil, o al menos, sobre el que ellos creen que lo es. Algunos van de frente, toman lo que desean con la fuerza bruta de quien se siente dueño del mundo. No piden permiso, no aceptan negativas.
Otros prefieren el juego. Son estrategas, pacientes, expertos en el arte de la seducción. Se acercan con sonrisas ensayadas, caricias medidas, promesas calculadas. Te envuelven en su telaraña con una maestría envidiable, seguros de que caerás rendida ante su encanto. Pero lo que no entienden es que, en su obsesión por cazar, terminan atrapados en su propia trampa. Porque el cazador distraído se convierte en presa.
Y luego están los verdaderamente peligrosos. Los que no juegan, los que no conquistan con artificios ni emboscada