Las cartas sobre la mesa (2da. Parte)
La misma noche
Palermo, Sicilia
Adler
Mi padre siempre decía que una partida de ajedrez no acaba con un jaque mate, sino cuando lo repetís. Porque en el mundo real —y en este juego sucio que jugamos— nadie se rinde con la primera amenaza. Aunque todo parezca indicar que arrinconaste a tu adversario, la verdad es que él ya está cinco movimientos adelante, buscando el punto ciego, la grieta en tu defensa, el momento exacto en que vas a confiarte. El tablero nunca se detiene. Y quien lo olvida, pierde. Eso, más que una metáfora, es una maldita regla de supervivencia.
En la mafia no basta con ser más fuerte. No alcanza con tener más hombres, más armas, más dinero. La fuerza bruta es útil, sí, pero limitada. Lo que de verdad sostiene un imperio es la estrategia. La capacidad de ver más allá del golpe inmediato. De entender que tus enemigos no están dormidos, ni muertos, ni satisfechos. Están redefiniendo sus jugadas mientras tú celebras tu victoria. Están contando tus pasos, espiando tus r