El infierno desatado (2da. Parte)
El mismo día
En algún lugar de Palermo
Carlo
Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale para obtener lo que deseamos, pero yo añadiría algo más: se necesita agallas, motivación y un plan osado. No basta con resistir, ni con demostrar que aún respiras después del golpe. No. Se trata de devolver cada humillación con precisión quirúrgica, de hacer que cada burla se convierta en una herida abierta en quien se atrevió a subestimarte. No hablamos de simple revancha: hablamos de justicia a tu manera. Cruel, personal, definitiva.
Esto no es para débiles. Acá no caben los escrúpulos, ni la piedad. Nada de eso. Te vuelves un cirujano del alma ajena: buscas grietas, debilidades, miedos… y los usas. Porque si tú sufriste, ellos también lo harán. Y no de cualquier forma: deben caer de rodillas, con la boca llena de sangre y el orgullo hecho trizas.
¿Venganza? Sí. Y no me da vergüenza decirlo. Porque cuando te lo arrebatan todo, cuando te pisan, cuando te traicionan, lo único que te queda es