¡Mujeres y rivales!

El móvil de Nolan sonó repentinamente:

—Nolan, tienes que venir ahora mismo a la mansión. La niña está muy nerviosa.

—¿Qué le ocurre a Sami? —preguntó con voz trémula.

—No tengo idea, pero la niñera tuvo la culpa.

—¿Violeta?...

—Sí, ella. Entró a la habitación y cuando escuché los gritos de Sami vine de inmediato porque la niña estaba gritando llena de miedo.

—Ya salgo para allá, Esther.

Nolan salió de la oficina y se topó con Dailen, quien esperaba por él para ir a almorzar.

—¡Estoy lista! —Sonrió la exuberante morena.

—Lo siento, Dai. Tengo que ir a casa, Samantha no está bien. —dijo con evidente preocupación.

—¿Quieres que te acompañe? —se ofreció con gentileza y Nolan pensó en que sería buena idea, a fin de cuentas era psicóloga.

—¡Sí, sí! Creo que puedes ayudarme con mi hija, vamos.

Ambos salieron de la clínica, subieron al auto de Nolan. Durante el trayecto, ella le preguntó algunas cosas sobre el comportamiento de la niña, la mayoría de las cuales él no alcanzó
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