Nolan llegó a la mansión con la pequeña Samantha, la actitud de la niña era mucho más relajada y risueña; por lo visto la conversación con Dailen, había sido beneficiosa y positiva para la ella.
—¿Te agradó Dailen? —le preguntó Nolan.
—Sí, es bonita y buena, me regaló una paleta de caramelo. —Nolan sonríe con la ocurrencia de su niña.
—Me alegra mucho. —la levanta entre sus brazos.— Ahora vamos a ti habitación para que descanses un poco y luego cenes con papá.
—¿Papito… Violeta, regresa hoy? —Nolan se emocionó ante la pregunta de su nena.
—¿Quieres que ella regrese? —la pequeña asintió.— Sí, es posible que regrese hoy o mañana muy temprano. Pensé que no querías verla.
—Sí quiero, sólo que tenía miedo de que ella se quede contigo…
La voz de Esther petrifica a la pequeña, quien se queda callada y no termina de culminar la frase.
—Por fin regresaron. ¿A dónde llevaste a mi Sami? —se acerca y toma a la niña, en brazos.
—No tengo que darte explicaciones ¿o sí? —en el tono de