Primera vez

Nolan, sintió las gotas de lluvia cayendo sobre su rostro, se cubrió con una de sus manos. Ella caminó apresuradamente y bajó la pequeña escalera de madera, corrió hasta la entrada y abrió la puerta.

—Sr O’Brien, ¿qué hace usted aquí? —preguntó ella, haciendo un espacio para que él pudiera entrar y guarecerse de la lluvia.

—Vine a buscarte y a pedirte que regreses a la mansión. —él se limpia el rostro con sus manos. Contempla el rostro perfecto y delicado de Violeta, su larga cabellera cayendo como castadas sobre sus pechos redondos. La bata de algodón un tanto desgastada, deja entrever el color de su piel.

Violeta se cubre con su antebrazo para ocultar la turgencia d sus pezones al contacto con el frío de la noche.

—¿Quiere pasar? —pregunta ella, aún sin creer que Nolan haya dado con su paradero y esté allí para pedirle que vuelva.

—Sí, creo.

Ella entra, él va detrás de ella. Violeta le muestra la escalera y él sube, ahora es ella quien lo sigue. Nolan espera en el pasillo
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