~ Siena

Miro la mesa de cristal y la letanía de plantas dispuestas uniformemente.

El invernadero es el lugar ideal para examinar las plantas que he recogido hoy. Las voy a secar para poder incluirlas en mi enciclopedia, pero sobre todo, estoy aquí para copiarlas en mi libro ilustrado.

Llevo más de una hora dándole vueltas a la misma hoja. El sol necesita iluminar cada arista, revelar cada vena.

Perseguir esto no es sólo una pasión, sino que actualmente también es una excelente distracción de cómo me avergoncé anoche.

¿Cómo pude ser tan estúpido? Quería distraerme de la tormenta y, en cambio, hice el ridículo.

Onyx no quiere comprometer nuestra amistad. Debo respetarlo.

Se oyen pasos detrás de mí cuando alguien entra en el ambiente soso del invernadero. Apenas miro por encima del hombro, consciente del peso y la zancada de esos pasos.

"Eh, tú."

La cálida voz de Onyx se desliza sobre mi piel, haciéndome estremecer. Está de pie detrás de mí, observando por encima de mi hombro lo que esto