TINA WILLIAMS
Como me lo esperé, fuera del restaurante había un grupo de hombres que habían acompañado a mi padre. No eran como los que solían contratar la gente rica, con trajes negros, camisas blancas y una pistola con silenciador debajo de saco. En el caso de ellos, era algo más sencillo, rudimentario. Su atuendo casual y desaliñado de seguro escondía navajas, cuchillos y con suerte alguna pistola vieja.
Me escabullí entre las sombras, como ya había acostumbrado en el pasado. Gracias a que esos hombres no eran expertos ni atentos en su trabajo, pude escapar. Bendita sea la pobreza de mi padre que no le alcanzó para algo mejor.
Llegué corriendo al departamento, me puse cada pequeña maleta al hombro, revisé los papeles necesario