FREYA
El vestido cae como agua roja sobre mi piel. Es de un rojo profundo, como la sangre del linaje al que pertenezco. Suave al tacto, pesado en significado. Me miro en el espejo, incapaz de reconocer del todo a la mujer que me observa desde el otro lado. Hoy me caso. Hoy me convierto en luna. Y sin embargo, lo único que deseo es volver cinco años atrás, al momento en que todo cambió.
Tenía catorce años cuando crucé los límites del Reino de Tierra por primera vez. Mi abuela Marina me acompañó en ese viaje. Recuerdo que el aire se sentía distinto, más denso, más frío. La tierra no se quemaba con el sol como en mi hogar. Aquí el suelo parecía dormido. Aquí, mi fuego comenzó a apagarse.
—Estás preciosa, mi niña —dice Marina detrás de mí. Su voz es tan cálida como siempre. Ella ha sido mi raíz en este lugar, el único lazo firme que me une a mi pasado.
—¿Tú crees que Astrid vendrá? —pregunto, girando un poco para mirarla.
Su expresión se suaviza. Sabe cuánto me duele esa pregunta. Astrid…