En una de las grandes galerías de la casa de la manada, Ícaro observaba por la ventana mientras consideraba, con precaución, los pasos a seguir. Sabía que no había calculado con cuidado las consecuencias de sus actos, y esa era la razón real por la que no quería tener intimidad con ella, ya que no seguro de poder contenerse, y sabía que si la marcaba ella estaría en mayor riesgo del que estaba en ese momento.
_ Eres un idiota hermano _ la voz de Ramsés logró sacar al joven de su ensimismamiento.
_ No te entrometas en mis asuntos… demasiado con que me arrebataste el lugar de alfa, que por derecho me pertenece, después de todo me cediste el puesto hace muchísimos años _ las palabras de Ícaro parecían cargada de enojo, como si toda la furia contenida en su corazón quisiera salir en ese momento.
De un momento a otro parecía que ambos hermanos se enfrascarían en una batalla campal para ver quién era el que tenía más fuerza, más valor o más odio por el otro.
Rápidamente el lugar se llenó de