>>> Reina Luna Ayseli:
La lluvia caía sobre mí con fuerza. Cada gota golpeaba mi pelaje, mi rostro, y mezclaba mi aliento con el vapor que surgía de mi hocico.
Corría a través del bosque, cada zancada era como un golpe de fuerza pura. Las ramas crujían a mi paso, los charcos salpicaban, los relámpagos iluminaban mi camino por breves instantes, y los truenos retumbaban lejanos, profundos, ensordecedores.
Mi corazón latía desbocado. Syla rugía impaciente, hambrienta de cazar, de enfrentar, de proteger.
Mi instinto me llevaba directo a los calabozos de la mansión.
¡Aciel estaba ahí!
Lo sentía. Su energía estaba cerca, poderosa, fría, y calculadora.
—¡Aciel! —gruñí, y mi voz se mezcló con el viento y la lluvia—. ¡No escaparás de mí!
El bosque parecía un río interminable. La lluvia agitaba las copas de los árboles, y el barro empapaba mis patas.
Tap~ Tap~ Tap~
¡CRACK!
Una rama se rompió justo delante de mí. Me detuve, olfateando, oliendo la neblina.
La energía de Aciel esta