Capítulo 42: ¡Así no voy a marcarte!

El Alfa Raymond bufó, con un sonido seco y bajo que llenó la habitación.

—No tiene que ver con que la m@ldita diosa me la haya dado. ¿Qué ha hecho esa diosa bueno por mí o mi manada? —dijo ese macho, con voz cargada de amargura—. ¿Qué ha hecho por Fuerza Aguerrida? ¿Qué hizo por mi padre cuando murió? Odio a los lobos lunares, odio sus propósitos, y odio cómo infligen daño en otros… Al punto de caer en la corrupción y dárselas de santos.

Malahia lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y fuego, el corazón de la hembra golpeaba con fuerza contra su pecho como si quisiera escaparse de su cuerpo.

—¿Y cómo puedo confiar en ti? —susurró ella, con la voz temblorosa—. ¿Cómo puedo confiar en que no sentirás apego por ella si te dejas marcar?

Raymond se apartó un poco, dejando espacio, pero su presencia llenaba toda la habitación. Su mirada se perdió un segundo en el suelo antes de volver con dureza.

—No puedo prometerlo —dijo ese macho, con un hilo de voz profundo—. Está preñada… y
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