¡¡¡PUUUUM!!!
¡Las puertas dobles se abrieron de golpe!
El Rey Alfa Raymond, ingresó con paso firme, con su mirada verde fría y alerta, recorrió la habitación de la Luna de la manada Fuerza Aguerrida.
¡¡En un segundo, sus ojos se clavaron en Ayseli!!
Esa hembra estaba de rodillas, en la alfombra, aferrada al borde de la cama con los dedos pálidos, la respiración cortada, el camisón blanco pegado al cuerpo por el sudor y el rostro empapado de lágrimas.
Él notó y olió la sangre en ella… Y como un impulso salvaje desde el interior de su ser, que era imposible de suprimir… ¡Se preocupó por ella!
—¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡DUELE!!! —gritó Ayseli, con la voz hecha trizas, inclinándose hacia adelante con un espasmo.
Raymond cruzó la habitación con dos zancadas.
El olor a sangre reciente y a lociones de hierbas golpeó sus sentidos cada vez más…. Un hilo carmesí manchaba la tela, y el temblor de esa loba lunar era tan intenso que la cama vibró con pequeños sacudones.
—¡Estoy aquí, tranquila! —