Capítulo 31
Amelia intentó regresar a la fiesta, pero cada paso que daba la hacía sentir más débil. Su cuerpo temblaba sin control con una energía que la rodeaba, como si la visión de la loba blanca la llamaran desde el pasado. Su respiración se agitaba y su visión se nublaba por momentos. Algo dentro de ella se despertaba, una sensación primitiva que la hacía sudar.
Una anciana loba de ojos grandes y piel arrugada por los años, se acerco al ver la piel palida de la joven.
Sin dudarlo, la ayudó a sentarse para que tomara aire en las sillas del jardín
—¿Que le sucede, señorita? —pregunto angustiada al ver el rostro de Amelia.
Amelia estaba palida, su rostro empalidecido, y sus labios aun más palidos.
—No me siento bien… ¿Podría llevarme a mi habitación? —susurró Amelia, sintiendo cómo sus extremidades hormigueaban y se le hacía difícil caminar.
Las lágrimas empezaron a escapar de sus ojos. Jamás había experimentado algo así. Era una sensación que le atravesaba hasta los huesos, y ten