Capítulo 32Larios la acostó con cuidado, consciente de que Amelia estaba atravesando el cambio. La noche del eclipse despertaba la magia de las lobas blancas, obligándola a salir a la superficie, dejándolas vulnerables, débiles.—¿Quién es el padre del cachorro? —preguntó la anciana mientras ayudaba al Alfa a quitarle los zapatos.—No lo sabe… perdió la memoria.La anciana frunció el ceño, sus expresion era una mezcla de asombro y esperanza.—Debe averiguarlo, ¿No se da cuenta? Si la sangre de ese cachorro viene de linaje puro—su voz se quebro por un momento mientras su mente ataba los cabos—. Podría ser un Lycan, un Rey, desde hace mucho están extintos.Los hijos de las lobas blancas, cuando compartían el linaje de un Alfa puro, tenían una posibilidad única: convertirse en una especie lobuna superior. Un ser con poder, inteligencia y fuerza inigualables.El último Rey Lycan había sido el bisabuelo de Larios, y desde entonces, no se tenía conocimiento de otro.Larios tensó la mandíbu
Capítulo 33 El cuerpo de Matthew temblaba, frágil y agotado. Intentó levantarse de la cama, pero sus fuerzas lo traicionaron, y cayó nuevamente sobre el colchón que apenas lograba sostener su peso.—Alfa, debe descansar —le suplicó el enfermero, acercándose con cautela.—¡Amelia está aquí! —gruñó entre dientes, jadeando con dificultad, como si su pecho ardiera al ritmo de un fuego invisible.—Mi señor... aquí no hay ninguna Amelia. Está confundido.Pero Matthew ya no escuchaba. Cerró los ojos, rendido ante una fatiga que no era solo suya, sino compartida. Como el destinado de la loba blanca, su cuerpo sentía cada emoción, cada debilidad, cada sombra que la envolvía. Eran uno, incluso en la distancia.Mike salió de la habitación, con el rostro marcado por la duda. Algo no encajaba. ¿Y si Vicente no era realmente el alma gemela de Amelia?El peso de su conciencia lo atormentaba. A pesar de la rivalidad eterna con la loba blanca, no quería ir en contra de las enseñanzas del Alfa Larios.
Capítulo 34Matthew despertó agitado, con el corazón latiendo rápido. Las visiones en su mente eran confusas, pero le dejaron una sensación de intranquilidad . Recordaba a su amada, su aroma, su voz… y aquello lo desestabilizaba. Se levanto de la cama aún con más piernas de gelatina, su rostro mojado por el sudor y suspiro recuperando el aliento.La luz del día entraba por la ventana, el recuerdo de su pesadilla estaba fijo en su mente. Nada tenía sentido. Su cuerpo se sentía frío y agotado, se sentía mareado.Salio de la habitación, bajo las escaleras, se encontró con Larios, quien lo recibió con una sonrisa amable y una actitud serena aunque el lobo no estaba tranquilo por la partida de Amelia.—Alfa Matthew, me alegra verlo de pie. Mi beta me comentó que anoche se le pasaron las copas.Matthew frunció el ceño, confundido. Algo no encajaba.—No bebí una sola copa —respondió con seriedad—. No sé qué me sucedió. Sentí una debilidad extraña… y mi cabeza me traicionó.Ya no podía per
Capítulo 35Los ojos de Iris estaban cargados de una ira asesina. Su enojo iba más allá de la trampa que Vicente había utilizado para alejarla… lo que sentía era celos, celos profundos que le carcomían el alma.No tenía a nadie. Iris era huérfana, hija de dos lobos adinerados que murieron en un trágico accidente. Fue el padre de Amelia quien, por cariño a sus viejos amigos, decidió hacerse cargo de ella.Desde niña había escuchado que el destino de Amelia era la gloria: convertirse en la esposa del Alfa, ser la Luna de la manada. Y aunque intentaba ocultarlo, la envidia le quemaba el pecho. ¿Por qué Amelia y no ella? Siempre sintió que era más fuerte, más digna, más capaz. Que merecía ese lugar.Y ahora, cuando por fin sentía que se acercaba a lo que siempre soñó, su amiga volvía a arrebatarle la oportunidad. Era el golpe más duro de su vida.—¡Cálmate, por favor! —suplicó Amelia, levantando las manos en señal de paz, sin comprender quién era esa loba descontrolada que le gritaba con
Capítulo 36Cuando Matthew le dió la noticia al consejo de ancianos sobre su decisión de casarse con Cecilia, la manada lo felicito, pensando que había pasado la página y que estaba dispuesto a seguir adelante.Cecilia se preparara con un hermoso vestido blanco, quiere que su boda con el Alfa, sea el evento más grande y que los lobos invitados, sean los más importantes.Matthew es el único triste en medio de la algarabía de la situación, el único que no se saca de su cabeza a Amelia.Quiere hablar con su lobo interior, Pero Hades lo abandono, su lobo no se refleja en su suerte.Se encierra en el estudio a beber, quiere acabar con el sufrimiento a través del alcohol que recorre su cuerpo.Cecilia sube a la habitación, estuvo todo el día dando gritos, ordenando dónde quería cada cosa para el día de su vida, incluso tratando de estúpidos a los sirvientes.Al cerrar la puerta tras ella, Phillippe se acerca y la toma del cuello.—¿Que haces aqui? —La loba tiembla al tenerlo tan cerca, no
Capítulo 37Amelia vestía de blanco. Su respiración era entrecortada, sus manos temblorosas recorrían su vientre que comenzaba a notarse. Frente al espejo, varias lobas la arreglaban con esmero.—Es el día que siempre soñaste… el día en que te convertirás en la Luna del Alfa Vicente —le susurró una de ellas, con una sonrisa cálida.Amelia intentó sonreír, pero su expresión era rígida. El pecho le subía y bajaba con rapidez. Los lobos de las manadas más importantes comenzaban a llegar al gran salón, decorado con una ostentación abrumadora.Descendió por la escalera de caracol con pasos inseguros. Cada peldaño parecía alejarla de sí misma. Al llegar, Vicente la tomó de la mano y la besó.—Aquí está la Luna más poderosa... Mi esposa desde esta noche —anunció, orgulloso.Pero Amelia no podía evitar sentirse ajena a todo aquello. Algo dentro de ella gritaba que no pertenecía a ese lugar.Entonces lo vio.Larios entró al salón con un obsequio entre las manos. Al verla, se acercó con ternura
Capítulo 38Cecilia se encierra en el baño. Suspira con miedo, con el pecho agitado, mientras sus manos tiemblan sin control. No puede creer que esto esté ocurriendo y justo hoy, el día de su boda.Si pierde al bebé, lo perderá todo. Con desesperación, coloca varios paños en su entrepierna, tratando de contener el sangrado. Su mente esta angustiada.Se mira al espejo: su rostro pálido demuestra su estado de salud. Retoca el maquillaje con prisa, borrando las huellas del sangrado. Suspira una vez más y, al salir, coloca una sonrisa forzada fingiendo alegría.Baja las escaleras con el corazón latiendo rápidamente. Matthew la espera. Su figura es la de un Alfa derrotado, resignado, un lobo que asume una carga más que un destino.Cecilia lo besa en los labios, intentando aferrarse a algo que ya no le pertenece. Juntos se acercan al consejo de ancianos. Solo quieren terminar con todo.A kilómetros de ahí, Amelia llega a la manada. Su cabeza late con un dolor punzante, su cuerpo tiembla a
Capítulo 39Matthew se acerca al consejero que le ha hecho la vida imposible desde el día que asumió su liderato.—¡¿Que dijiste Aurelio?!Se llena de ira, siente que Aurelio ha presumido su vida llena de rectificar.—Cecilia es mi hija, tuve una relación con su madre, pero jamás le quitaría el derecho de crecer en una buena familia junto a un buen loboLa respuesta de Aurelio es fría, casi un insulto en la para Matthew, su mirada es desafiante y burlesca.—Por eso me insistias en que debía casarme con ella, porque en el fondo solo deseabas que tu hija fuese la luna de la manada.Aurelio se acerca con una sonrisa burlona, triunfalista—Si, así es —responde con sinceridad —Y te casadas con ella o te juro que te haré la vida imposible, en especial a esa lobita malditaEnojado, Matthew lo agarra del cuello con fuerza, pero el médico que escucho toda la conversación les pide mantener la calma, en especial porque es lo que necesita Cecilia.Matthew decide ir con la manada, todos esperan an