Capítulo 38Cecilia se encierra en el baño. Suspira con miedo, con el pecho agitado, mientras sus manos tiemblan sin control. No puede creer que esto esté ocurriendo y justo hoy, el día de su boda.Si pierde al bebé, lo perderá todo. Con desesperación, coloca varios paños en su entrepierna, tratando de contener el sangrado. Su mente esta angustiada.Se mira al espejo: su rostro pálido demuestra su estado de salud. Retoca el maquillaje con prisa, borrando las huellas del sangrado. Suspira una vez más y, al salir, coloca una sonrisa forzada fingiendo alegría.Baja las escaleras con el corazón latiendo rápidamente. Matthew la espera. Su figura es la de un Alfa derrotado, resignado, un lobo que asume una carga más que un destino.Cecilia lo besa en los labios, intentando aferrarse a algo que ya no le pertenece. Juntos se acercan al consejo de ancianos. Solo quieren terminar con todo.A kilómetros de ahí, Amelia llega a la manada. Su cabeza late con un dolor punzante, su cuerpo tiembla a
Capítulo 39Matthew se acerca al consejero que le ha hecho la vida imposible desde el día que asumió su liderato.—¡¿Que dijiste Aurelio?!Se llena de ira, siente que Aurelio ha presumido su vida llena de rectificar.—Cecilia es mi hija, tuve una relación con su madre, pero jamás le quitaría el derecho de crecer en una buena familia junto a un buen loboLa respuesta de Aurelio es fría, casi un insulto en la para Matthew, su mirada es desafiante y burlesca.—Por eso me insistias en que debía casarme con ella, porque en el fondo solo deseabas que tu hija fuese la luna de la manada.Aurelio se acerca con una sonrisa burlona, triunfalista—Si, así es —responde con sinceridad —Y te casadas con ella o te juro que te haré la vida imposible, en especial a esa lobita malditaEnojado, Matthew lo agarra del cuello con fuerza, pero el médico que escucho toda la conversación les pide mantener la calma, en especial porque es lo que necesita Cecilia.Matthew decide ir con la manada, todos esperan an
Capítulo 40Los ojos acusadores de Larios se pasaron en un Mike asustadizo y lleno de miedo, el beta abrió los ojos —Mi señor, déjeme explicar—¡¿Es verdad?! —Larios aún incrédulo le hace la pregunta mientras lo mira con los ojos llenos de rabia.Mike que sabe de su error, suspira y admite que el contacto al lobo.—Vete de mi manada Vicente, no dejaré que debilites mi manada con tu cizaña.El lobo gruñe—Me voy con mi destinada, no me iré con las manos vacías, Amelia se irá conmigo.—¡Ella no te ama! Su corazón eligió a alguien más.Cuando Vicente escucha esto, aprieta su puño con fuerza, lastimando su mano, la idea que siempre temió, se materializa como una realidad.—Dejame hablar con ella, ¡Quiero a Amelia!Larios chasquea los dedos, ordena a sus guardias, que son re conocidos por ser los guerreros más rudos y fuertes que saquen a Vicente de allí.El lobo decide irse por su propia cuenta, Pero le aclara al lobo que el nunca le perdonará está ofensa—Si tengo que romper los tratado
Capítulo 41Las amenazas de Aurelio pesaban con la fuerza de su palabra. Aquella mañana, el consejo de ancianos se había reunido temprano para discutir la situación.Estaban hartos de los escándalos, de la irresponsabilidad de su Alfa y de su evidente falta de compromiso con la manada. Estaban dispuestos a reemplazarlo por Phillipe si se negaba a cumplir con su deber como líder.—Ustedes no pueden hacer eso. ¡Phillipe acabará con la manada! A él nunca le importó Redmoon —exclamó Amelia, alzando la voz, incrédula ante los alcances de Aurelio y los demás para apartarla de él.—Por eso vine hasta aquí. Si en verdad amas al Alfa Matthew, aléjate de él —gruñó Aurelio con firmeza.Amelia no supo qué responder. Se quedó paralizada en la habitación, sintiendo cómo la culpa por su amor la envolvía. Desde que se enamoró de Matthew, desde que la Diosa Luna los destinó, no habían hecho más que enfrentar obstáculos.—¿Qué harás? —la presionó Aurelio, buscando una respuesta que le diera seguridad s
Capítulo 42Vicente estaba desesperado, su lobo Ares le geitaba estaba furioso por lo que había sucedido.—¡No puedes perder a la loba! —gruño enojado mientras veía a su Alfa destruido —¿Que debo hacer? Ella me aborrece, no quiere saber nada de míVicente tenía una botella en su mano, bebía sin control mientras lágrimas caían de sus ojos, el lobo solo quería el final que el mismo destruyó.—Obligala ¿Desde cuándo el Alfa de Platino debe pedir permiso para obtener lo que quiere?Vicente estaba dispuesto a declarar la guerra a Larios si esto le regresaba a la loba que amaba.Llamo a su Beta de un grito desesperado, mientras bebía sin control, el alcohol era su enemigo.—Mañana en la mañana iremos a la manada de Larios, el debe entregarme a mi Luna.El Beta le pidió calma, en este momento Platino no tenía la fortaleza de ser parte de una guerra, de romper los tratados de paz por una loba.—Entiendalo, esto puede llevar a la extinción de nuestra manada —suplicaba la voz de la razón del B
Capítulo 43Dos años después Matthew despierta como cada mañana mirando la ventana de su habitación, los rayos del sol entraban por su ventana lastimando su rostro.A su lado, Cecilia, en una cama separada pero a su lado como Luna.El día que su mundo tambaleó fue cuando escucho a Larios decir aquellas palabras, en su cabeza se repetía una y otra vez esa escena.—¡¿Que hizo?! —fue su grito agarrando los brazos de Larios con fuerza Este solo les pidió entender su decisión tanto a él como Vicente, aunque esté había tomado aún peor aquella noticia.—Ve con tu padre —escucho el reclamo de Cecilia que gruñía enojada mientras el pequeño llegaba a su lado para pedir amor.Un niño regordete de una sonrisa tierna se acercó y le dio un abrazo a su padre, el rostro de Mathew cambio, aquella amargura que lo acompañaba desde ese día desapareció.El pequeño era su razón de ser, gateaba y empezaba a dar sus primeros pasos, Jake era su mayor ilusión.Cuando el cachorro nació, se prometió cuidar de
Capítulo 44 Amelia había huido buscando un suspiro de paz en medio del huracán que se había vuelto su existencia. Con el corazón hecho trizas, tomó la decisión más desgarradora de su vida: alejarse del lobo que amaba. No por cobardía, sino por amor. Porque si algo temía más que perderlo, era verlo perderse a sí mismo por culpa de su historia rota.Casarse con Mike había sido una decisión precipitada, nacida de la presión, de las amenazas de Vicente, de los silencios de Matthew. Era su única salida, su única forma de recobrar el aliento. Y así, con la ayuda de Larios, escapo con las manos temblando y el alma partida, pero con un hijo en su vientre que merecía algo mejor.Mike, quien en otros tiempos había sido su rival en la manada, se convirtió en su cómplice. Ya no había rencores, solo una extraña complicidad tejida entre heridas y resignaciones. Él se transformó en un padre excepcional para el pequeño que nació en una noche en la que incluso la luna pareció brillar con más fuerza.
Capítulo 45Vicente dio un paso tembloroso, con los ojos vidriosos y el alma hecha trizas.Por fin, después de un infierno sin fin, Amelia estaba frente a él. Tan real, tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos.Antes de que pudiera extender una mano temblorosa hacia ella, Matthew se interpuso como una muralla de concreto. Colocó su mano firme en el pecho de Vicente, cortando cualquier intento de acercamiento. Amelia, sin pensarlo, se refugió detrás del Alfa, buscando alejarse de su pasado.—Aléjate de ella —gruñó Matthew, con una furia que helaba con su aliento el lugar—. No tenemos tiempo para tus estupideces.Vicente se quedó inmóvil, paralizado. Frente a él, estaba el lobo que le había arrebatado lo único que alguna vez creyó suyo: el corazón de Amelia.En un arranque desesperado de orgullo, intentó golpearlo, pero Matthew fue más rápido. Esquivó con agilidad el puño, y Vicente cayó al suelo con un golpe seco, quedando en ridículo ante los ojos de todos.El silencio fue absoluto.V