Cuando Ronald llegó encontró a todos en la sala, riendo y tomando vino.
—Veo que han empezado la celebración sin mí. — todos se giraron a ver al hombre que traía dulces en su mano.
—Abuelo — Emily siempre gritaba al verlo y corría a sus brazos, ese hombre siempre había estado presente en la vida de la niña, Luciana también se levantó y se acercó a abrazar a su padre.
—¿Cómo sigues? — preguntó mirándola a los ojos.
—Estoy muy bien papá, no te preocupes. — el hombre asintió.
—De acuerdo — besó la cabeza de su hija y con la niña en brazos fue a saludar a Santiago y Camille, quién tenía un semblante triste.
—¿Qué pasa cariño? ¿Por qué esa mirada tan triste? ¿Es tu padre?
—Entre otras cosas — no pudo evitar sonreír.
—Ahh, el amor, bueno, ahí no puedo hacer nada, salvo darte consejos.
—¿Ya estamos todos? — preguntó Luciana para cambiar de tema, no quería que incomodaran a Camille, y si el tema era el amor, entonces algo le había pasado con Andrés y no sería prudente hablar de eso.