Renán cerró la llamada sin esperar respuesta de su abuelo y se adelantó para darle la mano a Maddy y ayudarla a ingresar al vehículo que seleccionó de su lujosa colección para ese día, un Rolls-Royce color beige y vino tinto, conducido por su chofer de siempre, pero que ese día vestía de esmoquin.
–Buenos días –saludó al estar frente a ella–, ¿puedo decirte lo hermosa que luces?
–Sí, puede hacerlo –respondió con frialdad.
–En menos de una hora serás mi esposa, ¿seguirás tratándome así?
–Lo pensaré.
Ren&aacu