El resto del trayecto lo hicieron en silencio, pero, de nuevo, cada uno estaba sintiendo comodidad al lado del otro. Al llegar a la casa del lago se llevaron una grata sorpresa y recibieron una ruidosa bienvenida:
–¡Vivan los novios! –gritó Alberto y les lanzó pétalos de flores.
–¡Felicidades parejita! –manifestó Román.
–¡Felicitaciones hermano, bienvenida cuñada! –expresó Paula Daniela.
Renán los miraba a todos interrogantes hasta que lo entendieron.
–El abuelo nos invitó –se excusó Alberto.