Miguel fue golpeado, recibía golpe tras golpes, si hubiesen sido dos hasta tres quizás habría podido defenderse, mas en esa desventaja numérica de más de seis hombres contra él, no podía hacer nada y su desespero fue mayor al ver al desgraciado de Oswaldo atrapando a su hermana.
—¡Suéltala m4ldito! ¡No la toques! Anaís, hermana, mi princesa, ¡Resiste! No te dejes tocar con ese animó —pronunció desesperado, sintiendo como el miedo atenazaba en su interior, no podía soportar eso, no se creía capaz de vivir con esa culpa de que su hermana fue abusada frente a él y no pudo hacer nada.«¿Cómo mi padre se atrevió a entregársela a Oswaldo? ¿Qué clase de padre hace eso? ¿Qué tipo de ser humano es?» se preguntaba asqueado, sintiendo una profunda tristeza en su interior que lo taladraba cau