SIGUE NARRANDO DANKO
Era un día soleado, la brisa ingresaba por todos lados, cuando terminamos de almorzar invite a todos para ir a la sala, pensando en estas circunstancias hice construir la sala en tamaño enorme, a veces creo que mis pensamientos eran de un adivino. Cuando ya estábamos situados y sentados, se oyó una tremenda algarabía infantil y de repente la estancia se inundó de niños.
Hijos, nietos, hermanos saludaban con gran alegría a todos. Dalila estaba feliz abrazando a sus nietos no se daba abasto y yo, en cambio, estaba apretado con los abrazos de mis hijos pequeños y mis nietos que se empujaban para poder darme ese cariño que tanto anhelo. Después como si alguna señal divina les hubiese ordenado así como vinieron se fueron. Llamé a una de las niñeras para que suba y les pida a las otras niñeras que traigan a los bebés. Mientras la chica subía las escaleras mire a Dalila para decirle alegre y entusiasta
—Ya traen a los bebes par que los conozcas
Me llamo la atención ver a