NARRA DANKO
Fuimos a ver a Alessa para avisarle sobre su salida y que la llevaríamos a mi casa para cuidarla. Alexander fue el primero en entrar presuroso para darle la buena nueva. Se sentó en la silla que estaba cerca de la cama y tomo una de las manos de ella para hablarle. Mientras yo comencé a recoger todo lo que le perteneciera. Recogí todo lo que encontraba hasta que al final tome la pañalera, me di vuelta para decir
—¡Todo listo!
En ese preciso instante ingresaban ambos ginecólogos con sus sonrisas a flor de piel y Sebastián exclamo
—Bien, la ambulancia está lista. Ya vienen con la camilla para trasladar a la señora Alessa
La doctora, en cambio hablo
—Ustedes dos se van adelantando. El bebé también va con nosotros
Alexander reclamo compungido
—Ay, noooo, yo quería cargar a mi hijo
Sebastián soltó alegre
—Es mejor que vaya con su madre (miro a su prima para recalcar burlón) Ustedes no son nada confiables, porque apenas ven un resquicio ya están manoseándose y quizá hasta otra co