Giulia
Como si se diera cuenta de que su expresión es despreocupada, inmediatamente se la borra de la cara. Me pone de pie y se aleja tan rápido que parece que lo hubiera quemado. Pero lo agarro y trato de arrastrarlo hacia mí.
—Giulia, no… —Su voz es áspera.
Una vez le dije que no lo quería y me demostró que estaba mintiendo. Ahora es su turno. Dice que no me quiere, pero está mintiendo. Se lo demostraré. Me pongo de puntillas y reclamo sus labios. Se queda paralizado por la sorpresa y me aparto un poco, recorriendo su rostro con la mirada.
—¿Por qué insistes en castigarnos? —susurro—. Somos más felices juntos.
—No te quiero—, rechina.
Le doy otro beso en los labios y su mano agarra mi cintura, pero no me aparta.
—Dime que no me quieres y me iré —le desafío suavemente.
Agarro su cinturón y comienzo a desabrocharlo.
—Basta —dice con voz ronca, pero no hace nada para detenerme. Podría haberme detenido si hubiera querido.
—Pararé —digo— cuando me digas que ya no me quieres.
Le quito el