La unidad de memoria.

Los nervios estaban haciendo mella en su sistema, pero logró ingresar a su oficina sin decir ni hacer nada delante de Nayla y su asistente.

Inhalando una respiración profunda, se aseguró de no apresurarse a su escritorio, tomándose su tiempo para sentarse y organizar sus pensamientos. Encendió su ordenador y comenzó a iniciar sesión. Cuando el ordenador abrió la pantalla de confirmación, con una foto de él más joven y todo, su puerta se abrió.

Joharí ingresó con una taza humeante en la mano. Cerró la puerta y se acercó a su escritorio, dejando la taza frente a él.

—Sabes que no soy de beber café cuando llego a la oficina—comentó, señalando la taza.

—Lo sé, señor, y lo siento.

Andrew le hizo una seña a las sillas vacías frente a su escritorio. Ella corrió una a un costado, la otra la colocó justo frente a su escritorio, en una simetría que le permitía estar frente a frente a él, como si fueran a jugar a “quien duraba más tiempo sin pestañear”.

Cuando él agarró la taza, la vio hac
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