LUCCA ANDREOTTI
Alexandra se alejó desapareciendo en el interior del edificio, pero me quedé mirándola mientras se iba y una señal de alerta apareció en mi mente.
“La deseaba”
Regresé al auto con un nudo en el estómago y sin poder creer lo que había cruzado por mi mente; no podía desearla, no podía ceder ante algo tan estúpido, no podía dejar que un impulso lo arruinara todo.
Nada había salido según lo planeado; desde el momento en que la vi llegar, todo se fue al diablo y eso no era lo peor, sino el hecho de que tenía que admitir que había disfrutado de su compañía; durante al menos unas horas todo había parecido más sencillo y hablar con ella incluso había resultado agradable, pero era un error y un error mucho más grande era desearla, porque ese deseo era sum