El tiempo transcurrió y antes de lo previsto las contracciones de las gemelas se adelantaron, las llevaron a la clínica que estaba preparada con todo, estaban bajo el cuidado del mejor ginecólogo del reino.
Afuera estaba Dominik caminando nervioso de aquí para allá, se sentaba de vez en cuando y tamborileaba los dedos de sus manos, estaba solo, sin hermana, ni padre, ni abuelo, más nervioso estaba.
Cuando se escuchó el llanto de un bebé, después tres más, sonrió y se sentó a esperar, salió el ginecólogo y dijo.
—Su majestad ya está, sus cuatro hijos están sanos, todo salió bien, son varones
—¿Puedo ver a mis esposas, a mis hijos?
—A sus esposas puede verlas, sus hijos están lavándolos y ponerlos en cunas.
Dominik entro a la habitación donde estaban convalecientes sus esposas
—Hola, ¿cómo están mis amores?
—Amor, ¡estamos bien!
Abrazo a Dianne y después a Alice,
—¡Somos padres, mis amores!, que están bien, dijo el doctor
Se escucharon a las enfermeras entrar con dos niños en