VIOLET SWAN.
꘎♡━━━━━━━♡꘎ — ¡Al fin es viernes! — digo emocionada. Se supone que tendría este fin de semana para pasarla en mi cuarto viendo series y comiendo toda clase de aperitivos. — Lo dices como si tu jefe fuera un tirano — dice Lanny de forma graciosa, pero ella sabe lo muy estresante que es ser la secretaria de Aarón Connor. — No solo es un tirano y… — digo en voz baja al ver al susodicho venir en nuestra dirección y no ser capaz de decir ni un “buenos días” — Hablando del diablo — no me importa que me escuche — Es un completo grosero, un patán, un… — Un patán muy, pero muy comestible — dice una pelirroja que está con Lanny conmigo — Violet nena, necesito que tu jefe firme estos papeles, Kody los necesita. — ¿De qué se trata? — pregunto con más hostilidad de la necesaria tomando la pila de papeles de las manos de Layla, la pelirroja. — Es el contrato del nuevo proyecto de la constructora Connor — explica ella jugando con un mechón de cabello de forma insinuante. Mi amiga es bien conocida por ser una de las chicas más sexys e inalcanzables de la oficina. Suspiro cansada, el proyecto tiene de un mal genio a Aarón, ya que va descargando su mal humor en mí toda la jodida semana. — Vi cariño, ¿te ocurre algo? — cuestiona mi amiga devolviéndome de vuelta a la realidad. Niego en respuesta, no quiero decirle la verdad y es que no tengo ánimos ni ganas de ir a la oficina. Pero, si pospongo la entrega de estos documentos haré que Aarón se enfade conmigo y ya lo he soportado lo suficiente. — Tranquila Lanny, todo está bien — intento sonar lo más convincente posible y no parecer un pobre cordero que camina al matadero. — Bueno, entonces date prisa y ve a llevar esos documentos — dice Lanny — Iré con Layla a la cafetería, estaremos allí así nos puedes alcanzar cuando termines linda. — Si claro — no tengo nada más que decir. Así que simplemente me despido y con paso lento voy directo a la oficina de Aarón. Entrar aquí, es cómo si me arriesgara a entrar a una cueva oscura donde no estoy segura si saldré con vida. ꘎♡━━♡꘎ Aaron Connor: ꘎♡━━━━━━━♡꘎ Tamborileo los dedos sobre el sobrio escritorio de color negro, es una mala costumbre cuando estoy estresado y en este momento si que lo estoy. Esos estúpidos ancianos del consejo, los forasteros y por último aquel maldito proyecto. En ese momento alguien toca a la puerta y con mal humor quito mi atención del monitor cuando sé de quién se trata. — Entra de una vez Violet — gruño rodando los ojos. «Siempre llega en el momento más inoportuno» Y cómo no reconocer su aroma, si puedo olerlo a kilómetros de distancia. Usa distintas fragancias de la marca Dior; Melón, durazno, pera, bergamota, mandarina, nardos, ciruela, violeta, orquídea, fresa, jazmín, lirio, rosas, almizcle, vainilla, cedro y zarzamora. Las sé absolutamente todas, las reconozco, sé cuando viene con cada una. Cada una de ellas se ha hecho común en mis fosas nasales y me gusta ya que su variedad, me da el tiempo que necesito para descifrar cuál lleva en ese momento y hasta ahora, lo vengo logrando. Está chica es un jodido vicio joder. — Señor Connor, he venido aquí para dejarle el contrato del hotel. El señor Blackbell, necesita que sean firmados cuanto antes, si no lo… — Si, lo que digas Violet — la interrumpo, no quiero escucharla — Firmaré los malditos papeles que el sarnoso ese quiere, pero lo haré más tarde — digo con total desinterés, me da lo mismo aquel hotel y me importa una m****a el proyecto de Blackbell. En este momento mi cabeza solo piensa en una cosa, en una en la que tengo ganas y su presencia aquí, no me ayuda. — ¡Señor Connor, esto es importante! — dice con voz irritada llamando más mi atención. Dejo de mover los dedos, centro mi mirada en ella y me pongo de pie rodeándola. Solo para cerrar la puerta con seguro. Ella se pone nerviosa cómo siempre que estamos cerca el uno del otro. — Dime algo, Swan — susurro cerca de su oído — ¿Hace cuánto que no follamos? — sus mejillas se sonrojan por la vergüenza, pero de inmediato opta por una fingida altivez y reacción de niña bonita e indignada. El intenso color carmín que recorre su cuello me hace saborearme. — Le voy a pedir que se limite a tratarme cómo lo que soy — espeta molesta — Nuestra relación es estrictamente laboral — me mira desafiante — Cerdo pervertido. Me causa cierta gracia que quiera intentar ofenderme con ese insulto. — Pero, bien que te gusta cómo te folla este cerdo pervertido ¿No es así? — digo con una sonrisa pícara y haciendo un tierno gesto con mis labios cómo un puchero. Verla molesta y nerviosa, con esas lindas mejillas sonrojadas por el deseo le da un aire de ternura. Últimamente no he tenido mucho tiempo libre y la he hecho a un lado, pero me he asegurado que está a salvo y segura, donde está no corre ningún peligro mi pastelito. — Debo irme, si necesita algo más hágamelo saber, señor Connor — dice con calma dispuesta a irse dejandome así, con ganas — Solo recuerde que estos documentos deben ser firmados cuanto antes, si no lo hace… No dejo que termine las palabras y antes que pueda escapar ya que tiene la mano puesta en la perilla de la puerta, cómo si eso fuera realmente a salvarla de las ganas que tengo de hacerla mía. La tomo por la cintura alzándola hasta que su espalda choca contra la madera, la siento temblar entre mis brazos por más que se resista. La sujeto con firmeza con mis caderas haciendo presión en las suyas reteniéndola en el aire. Mi pequeña loba forcejea, pero eso solo intensifica mi deseo cuando roza con cada toque mi entrepierna poniéndome cada vez más duro. — Es inutil que luches contra mí — acerco mi boca a la suya — Tú fuerza, no es nada comparada con la mía, es inutil que intentes soltarte. La aferro más contra mí entre la puerta y mi pecho inhalando su fuerte aroma. Violet siente mi dureza y se queda quieta, paralizada con la respiración agitada y la excitación va en aumento. Una de mis manos toma las suyas dejándola sobre su cabeza y presionadas contra la puerta. Y la otra acaricia su pecho sintiendo el palpitar desbocado de su corazón. — Sueltame ahora mismo, perro asqueroso — gruñe mi pequeña con un hilo de voz queriendo ser ruda. — Uy, andamos un poco revoltosas hoy pastelito — paseo mi nariz por su cuello — Pero, te he tenido abandonada — beso el lindo cuello de mi loba, su piel blanca suave y cremosa se enrojece, su aroma me enloquece y todo eso anudado a la perfecta sumisión de su cuerpo. Era la perfecta combinación — Quiero follarte ahora mismo — la voz de alfa sale a relucir por el gruñido que hace vibrar mis cuerdas vocales. Ya no resisto un maldito segundo más sin hacerla mía. La llevo hasta el escritorio derribando lo que está encima. Me importa una m****a los papeles o lo que sea. Ahora mismo quiero tenerla a ella debajo de mí, desnuda, dispuesta solo para su alfa. Mis manos se cuelan por debajo de su falda rosa haciéndola gemir. — No sabes lo mucho que extrañaba esto cariño — mis dedos acarician su intimidad por encima de su ropa interior. De encaje por supuesto, cómo si no estuviera al borde de la locura, ella tiene que ponerse estás mierdas. — Aarón… — gimotea haciendo que quiera embestirla ahora mismo. Me deshago de su ropa interior, haciéndola trizas en mis manos, se siente tan húmeda que mis dedos resbalan por su entrada. — Hueles delicioso — saboreo levantándole la falda arrastrandola hasta la orilla del escritorio. Su camisa se hace tirones en mis manos porqué me deshago de ella también — ¿Cómo quieres que te folle Violet? — pregunto acariciando ese punto que se va poniendo rojo con cada toque de mis dedos. — Aarón… — vuelve a gemir mi nombre lo que me hace querer embestirla en este mismo momento. Me deshago de mi ropa quedando completamente desnudo y la dejo a ella solo con la tela que cae sobre su vientre plano. — ¡Dime ahora cómo quieres que te folle! — exijo y mis dedos rodean su cuello con mi mano. — S-solo hazlo… — jadea — ¡Hazlo de una maldita vez! — la loba interior suplica porqué acabe con este juego. Pero, no le daré el gusto, quiero torturarla un poco más, me encanta ver los gestos que hace cuando está al borde de la excitación. Me encanta tenerla a mi disposición, juguetear el cuerpo tembloroso de mi pastelito. No la penetro con los dedos, eso sería regalarle el placer de tener un orgasmo y admito que sus gemidos son música para mis oídos. La yema de mis dedos pasan por el punto rojo que quiero probar con mis labios, pero que acaricio con la palma de mi mano y su espalda se arquea. — ¿Cómo lo quieres? — pregunto y mi lobo interior solo quiere marcarla — ¡Cómo lo quieres, Violet! —¡Aarón! — chilla impaciente soltando un gruñido de pura frustración. — ¡Dilo maldita sea! — Voy perdiendo el sentido y la jodida paciencia con ella. Endurezco mi agarre en su cuello, me encanta dominarla y a ella le excita que la domine. Es una perfecta loba sumisa. Ella juega con mi jodido autocontrol, le encanta volverme loco, joderme la puta cabeza y el miembro endurecido se acerca demasiado a su entrada cuando estoy por penetrarla. — ¡Follame! — los ojos le brillan de deseo y una mirada traviesa me apuñala el pecho — ¡Quiero que me folles duro! Me hundo en su interior sin previo aviso, su humedad me deja entrar sin ningún problema y el grito de placer que suelta su boca sólo logra excitarme aún más. Me quedo enterrado en su interior un momento. La miro a los ojos y el deseo es evidente en mi pastelito. — Eres mía pastelito — le digo en un gruñido — Nadie podrá tenerte mientras yo viva — jadea desesperada. — Aarón, n-no dejes de moverte. — Ni en un millón de años — mis labios devoran los suyos y el vaivén frenético de mis caderas contra las suyas hace chirriar el escritorio. Quizas está relación sea bastante injusta para Violet, una masoquista incluso. Pero, es inevitable no caer en la tentación de su olor, de ese cuerpo hecho para mis manos, las mismas que estás apretando sus senos mientras la penetro. Violet tiene una atadura, ella está completamente atada a mi, un demonio letal que la hiere con mi rechazo, pero que me la follo cómo si fuera la última jodida vez. — T-te odio — susurra, pero su cuerpo me está diciendo algo diferente. — En cambio, yo te deseo — la sujeto de las caderas y comienzo a follarla más duro. Mis gruñidos, sus gemidos, el rechinar de la habitación, sus uñas enterrándose en mis brazos, mis dedos marcados en sus caderas. Es todo lo que necesitaba, es la maldita adicción que me está volviendo loco. Mi boca busca la suya devorandola en un beso que la hace gemir sobre los míos. Mis dientes muerden sus labios, mis caderas no la dejan y se siente la fricción de cada embestida. Parece que estuviéramos a punto de quemarnos y bien si sucede. Nunca dejaré de desearla, ella es mía, completamente mía.