15. REGRESANDO A CASA
MARGARETH
Han pasado dos años. Dos inviernos en los que la brisa del condado me enseñó a respirar sin la opresión del palacio. Si pudiera, alargaría mi estancia hasta que todo terminara. Pero la influencia de la abuela llega hasta aquí: Mis padres y la misma reina me quieren de nuevo en la capital.
Oficialmente la guerra terminó; los carros vuelven a las rutas, los campesinos tratan de recomponer los surcos. Pero lo que mueve mis pasos ahora no es la paz sino el calendario: los quince de Lizzy. Es la pieza que, según el libro y según la costumbre, activa la trama. Pronto se decidirá mi verdadero papel en esta historia. Y estoy preparada para lo que esta vida me traiga.
Con ojos húmedos abrazo a la condesa una última vez. Su piel es fina como pergamino y su abrazo fue para mí la mejor armadura este tiempo: en él hay historia, secretos y una voluntad que me enseñó a no pedir permiso para existir. Le prometí devolverle la visita pronto; ella me regaló un sobre sellado y una llave. Dent