—Ten cuidado, cachorro —replicó Killian, aunque no había mordacidad en su voz.
—Basta —dijo Magnus con tono tranquilo pero autoritario—. Solo necesita tiempo para adaptarse.
Thorne atizó el fuego con un palo. «El tiempo no cambiará el hecho de que no confía en nosotros».
—¿Por qué lo haría? —preguntó Tobias, reclinándose contra una roca. Su mirada pensativa fija en las llamas, su expresión indescifrable—. No somos precisamente sus caballeros de brillante armadura.
—Bueno, quizá no brillara —dijo Callum con una sonrisa—. Pero sí le salvamos la vida. Eso tiene que contar para algo.
Me aclaré la garganta y cinco pares de ojos se volvieron hacia mí al mismo tiempo.
El peso de sus miradas fue suficiente para hacer que mis mejillas se sonrojaran nuevamente, pero me mantuve firme, negándome a dejarles ver la forma en que mi corazón se aceleraba y mi centro se apretaba fuertemente de deseo al verlos.
Por un momento, ninguno habló. Entonces Killian rompió el silencio con una lenta sonrisa lobu