El comentario no le hizo gracia a Polo, golpeó rotundamente su ego. Se sentía devastado. Antes de decir algo, Ophelia se excusó para ir al baño dejando a su amigo en la silla.
No permitiría que ningún hombre tomara el control de su vida, ni siquiera Oscuro.
Fue a la barra y le preguntó al barman dónde estaba el baño. El chico señaló con su brazo una puerta negra que estaba en la esquina diferente a la que ella estaba. Polo aun la veía desde las sillas mientras tomaba un poco se cerveza, pero ella poco le importaba.
Caminó hasta la puerta y la abrió. De pronto, se encontró con un pasillo muy largo con paredes de ladrillos. Al cerrar la puerta, el sonido de la música se ahogó y con ella sólo quedaban ecos. Un tanto desorientada, caminó por el pasillo en busca del baño.
De la nada, empezó a escuchar pequeños sonidos muy cerca del lugar. Ophelia se inquietó un poco. Con cautela, trató de caminar sin que sus tacones sonaran en el pasillo. Más temprano que tarde, vol