Nikolai invitó a Vladimir a sentarse en la sala de su casa, ofreciéndole un trago.
— ¿Qué tal? —preguntó Vladimir, aceptando el vaso—. ¿Cómo está Ángela?
Nikolai sonrió.
— Está bien —dijo—. Pese al golpe en la cabeza, es una mujer muy fuerte.
Vladimir lo miró con una sonrisa.
— Te veo muy enamorado de ella —dijo.
Nikolai se rió.
— ¿Cómo no enamorarse? —preguntó—. Es una mujer maravillosa, fuerte, inteligente, preciosa... Es imposible no quererla.
Vladimir asintió, tomando un sorbo de su trago.
— Me alegra verte así —dijo—. Hacía tiempo que no te veía tan feliz.
Nikolai se sentó junto a él, disfrutando del momento de amistad.
— Gracias, Vladimir —dijo—. Significa mucho para mí tener amigos como tú que se preocupan por mí.
Vladimir sonrió.
— Eso es lo que son los amigos para —dijo—. Ahora, dime, ¿cómo va la recuperación de Ángela?
Nikolai se relajó en su sillón.
— Va bien —dijo—. El doctor dice que pronto estará completamente recuperada.
Vladimir asintió.
— Excelente —dijo—. Me alegra s