Ilán se había quedado de pie, dando órdenes ante la mirada atónita de todos, incluida la mía, que lo seguía asustada a todas partes, pensando que cuando se le pasara la molestia y la adrenalina se derrumbaría. Pero Ilán estaba tan furioso que ni siquiera se dio cuenta de lo que hacía, recorriendo todas las dependencias ordenando montones de cosas ante la sorpresa de sus empleados.
No le decía nada. Llamé a Armando y a dos guardias para que nos siguieran, estaba segura de que en cualquier momento la adrenalina lo dejaría y se desplomaría. Sin embargo, regresamos al despacho con mi esposo caminando y moviéndose con naturalidad. Definitivamente, la enfermedad de Ilán era muy rara, pensé. ¿Sería psicológica? Mientras lo seguía en silencio, me detuve delante de su despacho, Ilán verificaba si Daniel había log